Es hora de llamar las cosas como son y dejar de hablar con eufemismos o de sostener negaciones. El chavismo tico quiere convertir Costa Rica en un régimen totalitario, en una dictadura. Nos enfrentamos a un intento reiterado de debilitar y desmantelar el Estado social de derecho, que hemos forjado orgullosamente durante décadas. Las señales de ello son más que evidentes y se incrementan cada día. Solo los muy ingenuos o fanáticos no pueden o no quieren verlo.
Empecemos por el hecho de que pretenden obtener 40 diputados en la próxima elección, lo cual significaría tener control total de la Asamblea Legislativa, el primer poder de la República, y así aprobar leyes sin tener que negociar nada con el resto de los diputados. Ello implicaría también controlar en forma indirecta el Poder Judicial, porque son los legisladores quienes nombran a los altos jueces de la Corte Suprema. Conllevaría, además, tener control del Tribunal Supremo de Elecciones y de la Contraloría General de la República, cuyas autoridades son nombradas por dichos poderes.
Ya solo esto debería ser clara señal de por dónde van las cosas. El chavismo pretende tener control total y absoluto de los tres poderes de la República, así como del Tribunal Supremo de Elecciones, algo que nunca se ha dado desde la fundación de la Segunda República en nuestro país. ¿Cómo se puede llamar a un régimen en el que una persona o grupo llegue a tener esa clase de poder? Autocracia, dictadura: esos son los nombres que caben.
Además, la jefa de fracción del oficialismo reconoce que sí, que en efecto quieren establecer una “dictadura”, pero que sería “la dictadura del soberano, la dictadura del pueblo”. Algo muy similar han dicho Fidel Castro, en Cuba, y Daniel Ortega, en Nicaragua, solo porque tienen elecciones “libres” cada cuatro años. Son tan solo formas manipuladoras de camuflar y justificar una dictadura.
Los chavistas también hablan de realizar reformas a la Constitución para permitir la reelección presidencial continua o indefinida, algo sumamente peligroso e innecesario en un Estado democrático. Recientemente, uno de sus diputados afirmó que, si no pensamos como ellos, nos van a echar del país, idea propia de un régimen dictatorial. Además, si algo ha caracterizado a esta administración desde el inicio ha sido el irrespeto constante hacia la prensa crítica con el gobierno, actitud común de todas las dictaduras.
Y por si todavía quedaban dudas, en los últimos días trascendieron declaraciones de la candidata del oficialismo, Laura Fernández, quien afirmó que, que en caso de que la delincuencia se agrave, podrían solicitar la suspensión de las garantías individuales, uno de los pilares fundamentales de toda democracia. Y esto es, definitivamente, la gota que colmó el vaso y la prueba contundente de la intención dictatorial del chavismo. Limitar la libertad de expresión, la libertad de tránsito y el derecho a la asociación y reunión constituiría, en definitiva, un golpe mortal a la democracia, la libertad y el Estado social de derecho en nuestro país.
Es cierto que nuestro régimen democrático es imperfecto, que nuestra institucionalidad puede ser mejorada en muchos aspectos, que debe combatirse más fuertemente la corrupción y la delincuencia, pero todo esto debe hacerse siempre dentro de un marco democrático, nunca desde una dictadura.
¿De verdad queremos una dictadura en nuestro país? Cuesta creer que un sector de la población pueda ser tan ingenuo y tan inconsciente como para que no le importen las consecuencias que esto pueda tener. Una dictadura representa vivir en un infierno, donde se pierde lo más preciado: la libertad. Revisen los casos de las dictaduras que en algún momento de la historia se han dado en países como Chile, Argentina, Cuba, Nicaragua, Venezuela, Paraguay, entre otros, y de las barbaridades que se han cometido en dichos regímenes. ¿De verdad quieren eso para Costa Rica?
Costarricenses, no nos dejemos engañar. El chavismo tico no quiere mejorar nuestro modelo social ni político, no pretende mejorar Costa Rica; le interesa el poder absoluto y satisfacer los egos enfermizos de sus líderes. Quiere destruir nuestro país, hoy libre y democrático, para establecer una dictadura. Dejemos ya de callar por temor o por indiferencia y actuemos para defender y recuperar nuestra querida patria.
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Rolando Portilla Pastor es ingeniero civil y máster en manejo de recursos naturales.