
El análisis del impacto de la neutralidad, tanto geoeconómica como geopolítica, revela beneficios significativos para países que adoptan esta postura, como Suiza y algunos países nórdicos.
Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, Suiza mantuvo una posición neutral, lo que le permitió convertirse en un refugio para negociaciones y en un centro financiero y comercial, evitando los estragos de los conflictos bélicos. Esta neutralidad no solo preservó su economía, sino que también le otorgó un estatus de mediador en la diplomacia internacional.
Los países nórdicos, como Suecia y Noruega, han seguido políticas de neutralidad que les han permitido disfrutar de estabilidad y crecimiento económico. Han podido diversificar sus mercados y mantener relaciones comerciales sólidas en tiempos de crisis. Su capacidad para actuar como intermediarios en conflictos y su compromiso con los derechos humanos les ha conferido una reputación positiva a nivel global.
En el contexto de Costa Rica, un país pequeño y dependiente del comercio internacional, la diversificación de exportaciones se vuelve esencial. Desde 1949, cuando se abolió el ejército, la economía costarricense se ha beneficiado de su política de neutralidad y promoción de derechos humanos.
Este enfoque ha permitido atraer inversiones extranjeras y fomentar un ambiente de paz, crucial para su desarrollo económico. La paz y la neutralidad actúan como un “chaleco protector”, al permitir que el país navegue mejor los vaivenes del comercio internacional, al igual que Suiza en Europa.
El caso de Chile ilustra cómo una política exterior activa, basada en tratados de libre comercio (TLC) y acuerdos económicos, puede ser beneficiosa. Chile cuenta con una extensa red de acuerdos que le permite acceder a más del 85% del PIB mundial, lo que le otorga una ventaja competitiva significativa. Este enfoque le ha permitido diversificar sus exportaciones y minimizar riesgos asociados con la dependencia de pocos mercados.
Para Costa Rica y el actual gobierno, adoptar una diplomacia económica centrada en la diversificación de exportaciones y el fomento de la neutralidad podría ser un cambio de paradigma vital. Promover la paz y el compromiso con los derechos humanos no solo podría proteger nuestra economía, sino también fortalecer su posición en la comunidad internacional.
En un mundo cada vez más interconectado y volátil, estas estrategias pueden ser la clave para asegurar un futuro próspero y sostenible para la población costarricense.
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Ernesto Edo. Jiménez Morales es economista y analista internacional.