
Muchos católicos veíamos con inquietud el perfil bajo con el que la jerarquía inició su acompañamiento en esta campaña electoral. Sabemos que la Constitución les prohíbe inclinar a los fieles hacia alguna candidatura −y nadie sensato les pide eso−, pero lo que sí esperábamos era que ayudaran a elevar la discusión, a darle oxígeno a un ambiente público cada vez más envenenado por el insulto, el ataque personal y la pobreza de propuestas.
Por eso fue tan valiosa la señal que dieron hace pocos días al rechazar condiciones especiales para obtener frecuencias de radio y televisión. En tiempos en que algunos claman por privilegios, ustedes respondieron con una frase que honra la misión de la Iglesia: “La fe vive de verdad y servicio, no de atajos institucionales; y la dignidad de la Iglesia no necesita depender de concesiones especiales, sino de la coherencia de su mensaje y del testimonio de su misión”. ¡Bravo! Qué manera tan limpia de decirlo. Fue un gesto de pastores que entienden la hora que vive el país.
El amor vence siempre
Los ataques continúan. Es parte del clima que nos rodea y que, lejos de disminuir, parece intensificarse. Y aquí conviene recordar una verdad que ustedes conocen muy bien: la Biblia repite más de cien veces: “No temas”. Es una pedagogía divina para tiempos convulsos; un recordatorio de que la misión no se abandona por miedo a la incomprensión ni a la crítica.
San Juan Pablo II lo exclamó con fuerza en 1987, en esta misma tierra latinoamericana donde hoy se libra otra batalla por la convivencia: “¡Solo Cristo puede dar la verdadera respuesta a todas vuestras dificultades! (…). El amor vence siempre, como Cristo ha vencido; el amor ha vencido, aunque a veces pueda parecernos incapaz. Cristo parecía imposibilitado en la cruz. Dios siempre puede más”. Ese “Dios siempre puede más” mantiene en pie a muchos fieles que sienten que el país se les rompe en las manos.
La fractura es real
La polarización dejó de ser advertencia para convertirse en un modo de relacionarnos. La democracia costarricense atraviesa uno de sus momentos más tensos en décadas. El costarricense escucha la voz de la Iglesia cuando habla claro, cuando habla con amor, cuando habla sin miedo.
Ustedes tienen la autoridad moral y el deber profético de recordar que este país no se construyó con gritos, sino con diálogo; no con imposiciones, sino con acuerdos; no con resentimiento, sino con fraternidad. Sé que les tocó pastorear en un tiempo duro, pero también sé que conocen muy bien a Aquel que sostiene toda misión. El mismo que dijo “levántate”; el mismo que repite cada día “no temas”.
Mi gratitud por las señales valientes de estos días. Mi respeto por la serenidad con la que enfrentan el insulto. Y mi convicción profunda de que cuando los pastores se hacen visibles, la esperanza vuelve a respirar.
gersalma@yahoo.com
Germán Salas M. es periodista.
