Es evidente que vivimos un cambio de era. Tecnologías disruptivas comienzan en el mundo físico y se extienden a uno completamente virtual, conformado por datos, algoritmos y sistemas de procesamiento.
La empresa PwC prevé un total de $1.300 millones del PIB global de aquí al 2030 con tecnología 5G y el sitio Statista determina el escenario más pesimista, con un mercado casi $2 millones de billones en el metaverso y $223.800 millones de inversión en ciberseguridad este año, según Canalys.
McKinsey & Company menciona algunos usos de la inteligencia artificial (IA) generativa que podrían añadir hasta $4.400 millones a la economía mundial.
El rápido cambio presenta la incógnita de cómo alcanzar una estrategia contundente que permita a organizaciones globales alcanzar acuerdos internacionales que guíen a los gobiernos en políticas públicas referentes al uso de las tecnologías de forma transversal, equitativa e inclusiva para afrontar desafíos de la humanidad, como el calentamiento global, pobreza y aseguramiento del acceso a educación, agua y alimentos.
El Informe sobre conectividad mundial 2022 de la Unión Internacional de Telecomunicaciones concluye que es vital reducir la brecha de cobertura, ya que “a pesar de que el 95 % de la población mundial está dentro de la zona de cobertura de una red de banda ancha móvil, hay al menos 390 millones de personas que no tienen posibilidad de conectarse a internet”, debido a altos costos, falta de dispositivos o competencias digitales.
Se plantea el reto de crear infraestructura y marcos regulatorios, desarrollar capacidades técnicas y afianzar mecanismos de apoyo universal en ciberseguridad, pues el ciberespacio es un territorio con una progresiva extensión de ciberdelincuencia, ciberterrorismo e incluso guerras híbridas. “Un peligro”, según el Foro Económico Mundial.
La IA merece atención particular, pues marca el inicio de la nueva edad digital, y es que su avance exponencial origina un desafío para la humanidad por controlar su desarrollo, potenciar sus beneficios, disminuir riesgos y evitar el desplazamiento de los seres humanos.
La IA tomó fuerza política, técnica y de inversión sorprendente. Algunos hechos sucedidos en las últimas semanas revelan la necesidad planetaria de trabajar en conjunto para tratar responsablemente con una tecnología que tiene el potencial de superar capacidades humanas.
En primera instancia, el proyecto Hiroshima AI Process del G7 publicó un código de conducta para las organizaciones que desarrollan sistemas avanzados de IA, con el fin de identificar, evaluar y mitigar riesgos a lo largo del ciclo de vida de la IA.
El código considera también la compartición de información, gestión de riesgos, desarrollo de normas, identificación de vulnerabilidades y la protección de datos y propiedad intelectual.
El extraordinario resultado de la cumbre efectuada en el Reino Unido fue la firma de la denominada Declaración de Bletchley. China, Estados Unidos y la Unión Europea acordaron cooperar en el proceso de atención de los potenciales riesgos de la IA.
El presidente de los Estados Unidos, por su parte, firmó la orden ejecutiva para regular el uso de la IA, considerando los aportes de empresas líderes para alcanzar nuevos estándares de seguridad y asuntos relativos al manejo y protección de datos.
La Unesco, con su liderazgo por crear un plan de ruta mundial para el uso ético de la IA, impulsó la Declaración de Santiago para Promover el Uso Ético de la IA en América Latina, y reafirmó con ello la capacidad que posee esta tecnología para la transformación de los modelos de desarrollo, para que sean más inclusivos, productivos y sostenibles mientras se mantenga una regulación oportuna.
Comienza la edad digital, el reto es enfrentar el cambio de época teniendo al ser humano como el centro, construyendo puentes de cooperación global, acrecentando el conocimiento humano y priorizando variables críticas, tales como talento y educación, innovación, regulación, adopción tecnológica, infraestructura y fortalecimiento de la relación público-privada.
El autor es exministro de Ciencia y Tecnología.