Costa Rica es un ejemplo atípico de esfuerzo de desarrollo manteniendo el equilibrio entre la conservación y el manejo responsable de los recursos naturales, así como del crecimiento económico y el bienestar social.
Su imagen ambiental, convertida en marca país, impulsa el turismo ecológico, un exitoso sistema de pago por servicios ambientales y atrae empresas ambientalmente responsables, es decir, los beneficios son tangibles.
El paso de una cobertura boscosa de un dramático 21% del territorio en los años 80 a un 60% en la actualidad demuestra que la apuesta por la conservación y el uso sostenible de la naturaleza es real.
Junto con otras iniciativas, Costa Rica hace frente a ambiciosos compromisos multilaterales en la materia y es reconocida como líder en sostenibilidad. Esto se refleja en tres ámbitos esencialmente:
Gracias al buen posicionamiento nacional, a finales del año pasado, Noruega firmó el compromiso de donar al país unos $20 millones para fortalecer el Programa de Pago por Servicios Ambientales y reducir dos millones de toneladas de dióxido de carbono que se emiten a la atmósfera.
Según el más reciente informe El estado de los bosques del mundo, de la FAO, el país posee uno de los 10 programas de pago por servicios ecosistémicos más exitosos del mundo, que movilizó hasta $42,4 millones solo en el 2012. Dicho de otro modo, la protección ambiental brinda réditos monetarios sostenidos.
Asimismo, Costa Rica lidera y preside, junto con Francia y el Reino Unido, un conglomerado de 95 países reunidos en la Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y las Personas, la cual propone la conservación de, como mínimo, el 30% de las áreas terrestres y marítimas del planeta de aquí al 2030, como medida para la mitigación del cambio climático y frenar la pérdida de biodiversidad.
El país aspira, además, a que dicha meta sea llevada de forma inclusiva y por medio de un diálogo constante con los pueblos indígenas y las comunidades locales, que son los mejores protectores de la naturaleza.
Nuestra activa participación en estos ámbitos hace que Costa Rica sea considerada un Estado campeón en términos de liderazgo, capacidad negociadora y posicionamiento.
Organizaciones filantrópicas apoyan los esfuerzos por ampliar las zonas protegidas, y esto, precisamente, toma mayor relevancia considerando que uno de los más grandes retos como país de renta media es la sostenibilidad financiera.
El liderazgo ambiental posibilita influir en otros ámbitos relevantes internos, como los derechos humanos, el derecho internacional o el comercio y, de este modo, reafirma nuestro poder blando, o soft power.
El liderazgo de Costa Rica, adquirido mediante una acción acertada y consecuente acorde con las grandes convenciones internacionales, la legitiman para apoyar el posicionamiento de un nuevo lenguaje internacionalmente acordado.
Conceptos tales como soluciones basadas en la naturaleza son un caballo de batalla que no solamente brinda cumplimiento de las promesas, sino también eleva al país como referente y ejemplo internacional para naciones, organismos, organizaciones de la sociedad civil y empresas, y a su vez, facilita las sinergias entre diversos instrumentos internacionales, tan necesarias para una visión integral y un cambio transformativo.
La apuesta por el ambiente es en sí misma una ganancia absoluta, según la teoría de juegos. con ello se vislumbran oportunidades sustanciales de desarrollo en términos de financiamiento y cooperación de instituciones multilaterales, tales como el Fondo para el Medio Ambiente (GEF), el Fondo Verde del Clima, el pacto verde europeo, el Comité de Política Medioambiental de la OCDE o el Comité de Comercio y Medio Ambiente de la Organización Mundial del Comercio.
Un ejemplo reciente, entre los numerosos existentes, es que hace pocas semanas el GEF anunció el otorgamiento de $10,3 millones para proyectos de descarbonización.
Hace 74 años, Costa Rica decidió abolir el ejército de forma voluntaria y destinar los liberados militares a la promoción de la paz, la educación y la salud.
Esto se constituyó en baluarte de reconocimiento y admiración internacionales. Bajo ese mismo espíritu, la sociedad costarricense apuesta de forma visionaria por enfrentar las desigualdades sociales mediante esquemas de desarrollo sostenible.
Dicho modelo se refleja en la generación de puestos de trabajo en espacios como el del turismo ecológico, y promueve la atracción de empresas comprometidas con la sostenibilidad.
Existen grandes retos para construir una sociedad más justa, inclusiva y equitativa, sobre todo, para las poblaciones históricamente más vulnerables, especialmente las mujeres, los niños, los jóvenes, las comunidades y los pueblos indígenas y afrodescendientes. El camino, sin embargo, está trazado.
En un mundo globalizado, la sostenibilidad y el uso responsable de los recursos es la respuesta segura y necesaria para alcanzar el desarrollo humano integral.
Eugenia Arguedas M. es gestora ambiental, Rita M. El Zaghloul es experta en resolución de conflictos, seguridad y desarrollo, y Pablo J. Innecken es internacionalista.
