
Recientemente, el Informe sobre el futuro del empleo 2025, del Foro Económico Mundial, dio a conocer las habilidades que se espera obtendrán mayor importancia en los próximos cuatro años. Además, se estableció que el 39% de las habilidades laborales clave deberán cambiar o transformarse antes de que se cumpla ese periodo.
Este escenario proyecta el dinamismo del mercado de trabajo y obliga a los países a replantear sus estrategias de formación, productividad y desarrollo humano. La inteligencia artificial ha preconfigurado una economía en la que las habilidades actuales y tradicionales resultarán insuficientes para garantizar la empleabilidad a futuro.
El estudio hace una clasificación en cuatro cuadrantes: habilidades claves, emergentes, fuera de foco y aquellas que permanecerán. Este marco ayuda a comprender la orientación que deben seguir los programas educativos, técnicos y universitarios de nuestro país.
Las habilidades claves comprenden las que son adaptativas y fundamentales, y continuarán siendo indispensables en los próximos años, como el pensamiento analítico y creativo, la resolución de problemas, la resiliencia, la flexibilidad y el liderazgo. Estas fueron clasificadas dentro de las más valoradas.
Por otro lado, las emergentes corresponden a las que ganan relevancia aceleradamente; entre ellas, las relacionadas con inteligencia artificial, análisis de datos, alfabetización digital, ciberseguridad y gestión ambiental. En este contexto, nuestras universidades, colegios técnicos y sectores empresariales tienen la oportunidad de promover programas de reentrenamiento, que formen y preparen a los trabajadores para esa transformación digital.
Las habilidades que permanecerán son aquellas que mantendrán su relevancia, pero no se espera que crezcan significativamente. Estas incluyen gestión de recursos y operaciones, empatía, comunicación y orientación al servicio. Continuarán siendo esenciales para muchos puestos de trabajo, pero no impulsarán el crecimiento futuro.
Finalmente, las habilidades fuera de foco son aquellas relacionadas con tareas manuales y rutinarias, y las orientadas a procesos de automatización. Además, dentro de esta clasificación se encuentra la lectura, escritura y matemática, lo que sugiere que estas habilidades ya no serán diferenciales en el mercado laboral del futuro, porque se asumirán como competencias básicas universales; es decir, serán esenciales, pero no estratégicas.
De manera que, para la población estudiantil, la adquisición pasiva de conocimientos ya no es suficiente. El desafío radica en desarrollar habilidades que integren la curiosidad intelectual y el dominio tecnológico.
Para los trabajadores y profesionales, la permanencia en sus puestos dependerá de la actualización de sus habilidades como una nueva forma de seguridad laboral, y para los educadores e instituciones formadoras es esencial avanzar hacia modelos educativos basados en la inteligencia integrada, que superen la enseñanza y promuevan un aprendizaje creativo, crítico, flexible y profundamente humano. Dichos modelos deben orientarse a la formación de mentes éticas y adaptativas, capaces de convivir y construir en entornos de alta automatización con visión prospectiva.
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Marvin Espinoza Selva es docente universitario.