
Recientemente, los amantes de la zarzuela tuvimos la valiosa oportunidad de ver El barberillo de Lavapiés, representado en el Teatro Nacional. En todas las funciones, la ovación a los artistas fue entusiasta y no hay duda de que la temporada resultó un éxito.
El barberillo de Lavapiés es una zarzuela creada por los madrileños Luis Mariano de Larra y Francisco Asenjo Barbieri, libretista y compositor musical respectivamente. En 2024 se cumplieron 150 años de su estreno.
El Teatro de la Zarzuela de Madrid, coliseo mundial de este género lírico, realizó un novedoso montaje de la obra en 2019, el cual llevó a Perú en noviembre del pasado año y a Colombia en febrero de este. A Costa Rica le correspondió su turno a finales de julio y principios de agosto, gracias a una alianza artística con España, dentro del marco de la celebración del 175.° aniversario de relaciones diplomáticas entre ambos países.
Si bien es cierto que la dirección escénica, la dirección de danza, el vestuario y la escenografía mostraron la firma de sus creadores españoles, el éxito del montaje se debió al correcto desempeño de artistas nacionales, y los costarricenses amantes de la zarzuela podemos sentirnos muy honrados y satisfechos de comprobar que nuestro país cuenta con agrupaciones artísticas de altísimo nivel profesional.
Fue motivo de satisfacción presenciar el derroche de virtuosismo mostrado por los integrantes de la Compañía Nacional de Danza y la Compañía de Cámara Danza UNA, capaces de bailar con dominio y talento la alegre jota, danza tradicional de la cultura española.
Toda la música que Barbieri compuso para El barberillo es alegre, sobre todo en los temas populares. Esa música viaja en la sangre que circula por las venas del director español de la Orquesta Sinfónica Nacional, el señor Andrés Salado. Durante las funciones, su corazón palpitó con tal fuerza, que hizo vibrar su cuerpo a la hora de dirigir. Su acertada conducción musical y su entusiasmo contagioso produjeron una auténtica sonoridad zarzuelera por parte de nuestra Orquesta Sinfónica, emblemática institución musical costarricense.
El Coro Sinfónico Nacional es una agrupación prestigiosa de calidad superior, gracias a su esfuerzo y al continuo y arduo trabajo de sus directores. Su meritoria labor se enaltece aún más por el hecho de que sus integrantes participan de forma ad honorem. Su desempeño satisfizo en cuanto a la interpretación dramática, y la parte musical ofreció muy acertada sonoridad, en especial, las cuerdas femeninas. El público apreció la calidad coral y la premió con bien merecidos aplausos.
Cuando se programan dos elencos de cantantes protagónicos es imposible no hacer comparaciones; sin embargo, en ningún momento el espectáculo fue una competencia entre elencos.
Los cantantes españoles Borja Quiza y Andrea Rey también llevan la zarzuela en la sangre, y eso les dio ventaja interpretativa. El tenor suramericano Andrés Sulbarán posee amplia trayectoria y experiencia. Los tres tienen buenas voces y madurez; su desempeño agradó sobremanera.
Pero si algo debe llenarnos de muchísimo orgullo fue la labor de nuestros compatriotas cantantes solistas: Katia Pineda, Kevin Godínez, Cristina Mora, Gimena Sánchez, Alejandro Cardona y Abel García. Todos por igual mostraron la fuerza arrolladora de su juventud artística, su capacidad, su entusiasmo, su entrega plena al acto creativo, y la valentía para cantar junto a artistas internacionales que los aventajan, por ahora.
Especial mención merece la pareja principal de protagonistas, ambos con excelente volumen. La bella y bien proyectada voz de la mezzosoprano Katia Pineda imprimió el carácter alegre, decidido y valeroso de su personaje, Paloma. Kevin Godínez, quien acaba de regresar a Costa Rica después de cuatro años de residencia en formación operática en la Academia de Artes Vocales de Filadelfia, Pensilvania, hizo su interpretación de Lamparilla con la caracterización vivaz que el personaje requiere, con expresivo color de voz y maestría de avezado intérprete.
Fue maravilloso ver una zarzuela representada con tan elevado nivel de calidad, y debe reconocerse el loable desempeño de nuestros compatriotas. El montaje escénico fue estructurado en España, pero ejecutado por músicos, bailarines y cantantes costarricenses. De los 130 artistas que participaron, 126 fueron nacionales. Vaya un aplauso muy grande para todos ellos. Honor a quienes honor merecen.
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Eduardo Avilés Montoya es médico reumatólogo pensionado, autor de cinco libros publicados.