El pasado 27 de noviembre fue emitido por la Contraloría General de la República el Informe DFOE-EC-IF-14-2012, sobre el Incopesca relacionado con el cumplimiento de sus funciones en materia de conservación del recurso marino, informe que celebramos y que es necesario comentar.
En este informe, la Contraloría señala grandes fallas institucionales.
La primera, la ausencia de un Plan Nacional de Desarrollo Pesquero y Acuícola, responsabilidad del Incopesca y del MAG, pese a que desde el 2006, la misma Contraloría lo señaló ya como una falta grave de la institución.
La segunda: señala la ausencia de criterio científico a la hora de otorgar licencias, “en clara contraposición a lo señalado por la legislación que regula este particular”. Incluye la ausencia de tablas técnicas que definan las tallas mínimas para la captura para todas las especies comerciales, garantizando con la madurez sexual de los especímenes, de manera que se evite la captura de juveniles y se garantice la reproducción de las especies.
La tercera: respecto a las vedas para el golfo de Nicoya, señala que “resulta inconveniente porque se deja desprotegida parte importante del ciclo reproductivo del recurso camarón y de otras especies, sin que se haya determinado la existencia de un criterio científico que recomiende ese proceder”.
En todos los casos la Contraloría ordena mostrar, en quince días, las medidas administrativas que garanticen en un plazo máximo de entre dos y seis meses la corrección de los problemas.
El “jalón de orejas” institucional que hace la Contraloría al Incopesca no es nuevo y probablemente no será el último. La ausencia de disciplina científica a la hora de tomar decisiones en materia de regulación, es solo una grave omisión de la Junta Directiva o del equipo técnico del Incopesca.
Es, ante todo, la expresión de la forma de los ticos de asumir el mar y su riqueza. A poca gente le interesa el mar y lo que contiene, mucho menos lo entendemos como parte del ambiente y de la biodiversidad costarricense, a pesar de que el espacio marino nacional es 11 veces mayor y este desconocimiento se expresa en las políticas públicas.
La no incorporación de la disciplina científica como norma básica de trabajo en el manejo de los recursos marinos es un problema de Estado, no es simplemente una falta institucional. Mientras el mar no sea incorporado como un factor vital dentro de la responsabilidad ambiental y el desarrollo nacional, seguiremos asistiendo a muchos otros jalones de orejas institucionales, prueba de ello es la ausencia de un plan de desarrollo pesquero, responsabilidad del Ejecutivo, no solo del Incopesca.
El curioso dicho infantil “no oigo, no oigo, soy de palo, tengo orejas de pescado”, no lo dice solo el Incopesca, sino la misma historia de la política gubernamental y la cultura costarricense que no ha mirado al mar con ojos de ambiente. Ya es hora de oír al mar y de asumir que, ambientalmente, tenemos una enorme deuda con esta extensa porción de nuestro territorio.