Hay una diferencia entre el aislamiento social y la soledad no deseada. La primera se mide objetivamente y la segunda, subjetivamente, pues en esta última se tiene la necesidad de relacionarse con otros, pero el individuo percibe que no cuenta con el apoyo emocional que necesita.
En promedio, se calcula que un 25 % de los europeos sufren de aislamiento social. Según un sitio oficial de la Unión Europea, unos 75 millones de personas se reúnen con familiares o amigos solo una vez al mes o menos y 30 millones de personas dicen sentirse solas. En España, de acuerdo con datos del Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada, el 13,5 % de su población sufre este mal.
Solemos pensar que la soledad es propia de la vejez, pero no es así, cada vez más personas en edad productiva y adolescente se sienten solas. Se estima que el 21,9 % de los jóvenes españoles de entre 16 y 24 años sufren de soledad, irónicamente, en la era de las telecomunicaciones.
Los migrantes, las personas con capacidades reducidas y generalmente los más marginados también son más vulnerables a la soledad.
Según la revista JAMA Surgery, en un estudio llevado a cabo entre el 2021 y el 2022 con más de 4.000 participantes, se encontró que la evolución posoperatoria es significativamente mejor en los adultos mayores que están acompañados que de aquellos que no gozan de compañía. Concluyen los autores que la soledad es un factor determinante en la evolución posoperatoria.
La soledad causa enfermedades mentales y físicas, comparables a la obesidad o al tabaquismo, y se calcula que el aislamiento aumenta hasta un 30 % el riesgo de mortalidad.
Uno de los efectos más notables del aislamiento no deseado es el estado mental, los desequilibrios en el sueño, el aumento del estrés, los problemas cognitivos y muchos otros.
Por otro lado, la esperanza de vida ha aumentado globalmente y la vejez nunca viene sola, sino acompañada, por lo general, de pérdidas de facultades, propias del proceso de envejecimiento.
En el 2002, la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió el concepto de envejecimiento activo como el proceso de optimización de las oportunidades de salud.
Diez años después, Europa impulsó el envejecimiento saludable, adoptado por la OMS en el 2015 con el fin de definir conceptos claros que ayuden al manejo de la vejez, entre ellos, el acompañamiento.
Es de suponer que en las familias numerosas alguien cuidará de los mayores en sus años dorados, pero las familias cada vez son más pequeñas, están más dispersas y más atareadas.
En el día a día se tiene menos tiempo para departir con los mayores, y los niños interactúan menos con los que más tiempo tienen, es decir, los abuelos.
Los adultos mayores desempeñan, en casi todas las culturas y tiempos, un papel primordial en la transmisión de costumbres y valores a las nuevas generaciones.
El aislamiento indeseado se ha convertido en un preocupante problema de salud pública que puede ralentizarse. El enfoque de la soledad debe ser integral, no se puede olvidar que la soledad no deseada tiene un costo socioeconómico para la salud pública.
En un país como Costa Rica, con una tasa de natalidad del 1,23 %, el envejecimiento de la población está aumentando, con el consecuente incremento de la soledad no deseada.
A mediano plazo, habrá menos jóvenes que se ocupen de los mayores y, a medida que aumente el desarrollo tecnológico, en la era de la inteligencia artificial, los jóvenes probablemente tendrán empleos con menor interacción social y seguramente será mayor el aislamiento indeseado en este segmento de la población.
Es el momento oportuno para que los entes del Estado y las empresas privadas trabajen juntos en programas que traten esta epidemia que, de ignorarse, tendrá como resultado el aumento de los problemas de salud física y mental, tales como depresión, menor calidad de vida, farmacodependencia y suicidios.
El autor es bioeticista y teólogo.