El orden comercial global establecido a partir de Bretton Woods parece estar llegando su fin. Asistimos en primera fila al colapso del Sistema Multilateral de Comercio que tanto ha beneficiado al mundo, en especial a países pequeños como Costa Rica.
Bretton Woods estableció un nuevo orden económico global en un mundo posguerra. Era un contexto donde los países adoptaban decisiones unilaterales que afectaban el intercambio y el mercantilismo económico, y las ideas eran aislacionistas y había pocos incentivos para comerciar, lo que impulsó la apuesta por este nuevo orden. Pasamos de medidas unilaterales donde el más fuerte prevalecía, con políticas como beggar-thy-neighbour y proteccionismo duro, a un sistema que buscaba dotar de reglas claras y nivelar en mayor medida el poder en los jugadores (los Estados) dentro de la cancha del comercio global.
Este nuevo orden empezó en 1947, junto con la creación de organismos financieros internacionales (como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional de la actualidad), con el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), que en su momento representó un ejercicio inédito de negociación que estableció compromisos para liberalizar el comercio y normas de cumplimiento obligatorio.
El GATT permitió distintas rondas comerciales donde los países negociaron no solo aranceles, sino que paulatinamente se fueron incorporando otras temáticas en la agenda, como servicios o propiedad intelectual, hasta su última y más importante ronda de negociaciones comerciales, que creó la Organización Mundial de Comercio. La Ronda de Uruguay, que culmina en 1994, se considera la negociación comercial más grande y de mayor envergadura en la historia de la humanidad, que impulsó reglas y principios manifestados en acuerdos, que deben ser respetados (¿debían?). Un nuevo orden había sido consolidado.
En la OMC no existían países con más derechos que otros: se promovió un sistema donde cada miembro tuviese los mismos derechos y compromisos. Precisamente lo que muchos llaman su piedra angular, su sistema de solución de diferencias, permitía que países pequeños demandaran a grandes si se violaban las reglas, las cuales se tenían que cumplir sin importar el tamaño de sus economías. Así fue como uno de esos países pequeños, Costa Rica, llevó en 1997 a los Estados Unidos a un proceso de solución de controversias, ¡y lo ganamos! Se nos dio la razón y nos metimos en libros de texto como un caso de referencia para el mundo. ¿Hubiera pasado sin la OMC y sin el Entendimiento de Solución de Diferencias? Definitivamente no.
Ya el Sistema Multilateral arrastraba desafíos estructurales, históricos y coyunturales que no ha podido atender. Ahora, además, se enfrenta a la pérdida de confianza de uno de sus miembros más importantes y la amenaza de su legitimidad como foro de negociación por excelencia, como conjunto de acuerdos y mecanismo para resolver disputas comerciales. El anuncio de medidas unilaterales para el incremento de aranceles por parte de Estados Unidos es la cereza de un pastel difícil de digerir. Se rompe el multilateralismo y volvemos a las decisiones unilaterales en la ley de la selva: que se salve quien pueda y como pueda.
No puedo evitar sentirme un poco pesimista ante lo que se avecina. De nuevo, porque para Costa Rica el Sistema Multilateral ha sido netamente beneficioso, nos ha permitido consolidar nuestro modelo, aprovechar sus ventajas y codearnos entre los grandes; porque además hemos sido de los mejores estudiantes de la clase –humilditos pero empunchados–.
Por otra parte, Estados Unidos ha sido, es y seguirá siendo nuestro principal socio comercial, pero tenemos que ver cómo podemos sortear los impactos negativos de las medidas recientemente anunciadas, el incremento de los aranceles y las guerras comerciales en el horizonte. Quisiera pensar que hay oportunidades en la tempestad que podemos aprovechar, y espero que podamos identificarlas. Quisiera pensar también que aún hay margen para enderezar algunas medidas unilaterales y apostar a la vía multilateral, que, claro, también el Sistema tiene muchísimos márgenes de mejora.
Vivimos tiempos sombríos. Por lo pronto, en lo que se aclaran los nublados del día, ¿será que tendremos pronto un nuevo amanecer? Ampliaremos.
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Duayner Salas Chaverri es profesor en la Universidad de Costa Rica y la Universidad Nacional. Se desempeñó como viceministro del Comex.
