El editorial del pasado sábado 25 de febrero llama a legislar con prontitud porque la “contingencia eléctrica es ya”. A pesar de que coincido con la intención de reactivar el debate energético en el Congreso, considero que el enfoque del editorial es limitado pues solo propone aumentar la generación, sin considerar el manejo de la demanda eléctrica (MDE).
El MDE se refiere a un conjunto de acciones dirigidas a reducir el consumo eléctrico mediante dos estrategias: 1. Manejo de la carga: disminuir o redistribuir picos de consumo diarios o estacionales. 2. Eficiencia energética: reducir el consumo de electricidad en forma permanente.
El MDE se apoya en una lógica de eficiencia y rentabilidad económica. El razonamiento es que el kilovatio (kW) ahorrado es más valioso que el kW consumido. El costo de expansión del sistema eléctrico que es cada vez más alto, lo cual se transmite al usuario final en las tarifas eléctricas. El MDE significa tomar en consideración los dos lados de la ecuación (oferta-demanda) para planificar de mejor manera el uso de los recursos disponibles. Es decir, el MDE no solo busca reducir el consumo eléctrico, sino también flexibilizarlo para aprovechar más eficientemente los recursos energéticos existentes.
Múltiples beneficios. El MDE puede traer beneficios en múltiples niveles. Podría ayudarle al país a reducir el consumo de hidrocarburos y emisiones de carbono. También podría contribuir a aumentar la seguridad energética, y aprovechar mejor las oportunidades del mercado eléctrico regional. Permitiría mejorar la integración de nuevas tecnologías (por ej., vehículos eléctricos), y disminuir la necesidad de expansión del sistema de suministro eléctrico. Asimismo, una estrategia de MDE obligaría a las empresas eléctricas a ser más eficientes y a reducir sus costos de generación. Adicionalmente, catalizaría el desarrollo de productos y servicios en eficiencia energética. Los consumidores podrían pagar menos por el servicio eléctrico, colaborar a solucionar el problema energético, y así mejorar la competividad de sus productos y servicios.
Para lograr estos beneficios, es necesario incluir de forma permanente el MDE en la planificación del servicio eléctrico, así como desarrollar consistentemente un portafolio proyectos orientados a modificar patrones de consumo y reducir la demanda eléctrica.
Reto atractivo. El MDE es un reto atractivo para el país. Se requiere de visión de largo plazo, alta inversión en tecnología, participación y compromiso del usuario final. Además, un marco regulatorio que permita alinear los intereses del país y de las empresas eléctricas. A pesar de los posibles obstáculos para llegar a ello, Costa Rica necesita avanzar hacia un nuevo paradigma en la planificación del servicio eléctrico más moderno y eficiente.
Dinamarca, Países Bajos, Inglaterra, Corea, Nueva Zelanda, son ejemplos de países, que han logrado mantener programas de MDE en el tiempo, con exitosos resultados en su consumo eléctrico e intensidad energética. El común denominador de estos los países es un compromiso nacional vinculante de reducción del consumo energético; además, la disposición de fondos nacionales para la promoción de programas MDE. Ambas razones son claves para generar propuestas innovadoras de negocios eléctricos y el desarrollo de continuo de nuevas tecnologías.
Creo que en Costa Rica el tema de la eficiencia energética se debería desarrollar bajo una estrategia de MDE como política pública de largo plazo, sustentada por un marco regulatorio que obligue a las empresas distribuidoras a cumplir metas cuantitativas de reducción de consumo eléctrico (porcentaje de reducción anual); garantice fondos para preparar, incentivar e implementar las acciones MDE y mecanismos para monitorear, evaluar y cuantificar los ahorros energéticos.
El MDE no está incluido de forma integral en las discusiones de restructuración del modelo eléctrico nacional. Sin embargo, es una alternativa al problema eléctrico que le puede aportar mucho al debate energético, pues es un enfoque novedoso, que lejos de polarizarnos, nos convierte a todos en parte de la solución energética.
En las próximas décadas, el país debe enfrentar el agotamiento de los hidrocarburos y el cambio climático. Atrevámonos a investigar nuevas alternativas. ¿Cuál es la razón para dejar al país caer en un letargo en un tema tan esencial para el desarrollo, competitividad y calidad de vida de sus ciudadanos? El momento de actuar es ahora.