En días recientes, varios sectores de España experimentaron un apagón que dejó a miles de hogares y empresas sin electricidad durante varias horas. Aunque las causas técnicas aún están bajo investigación, expertos del sector energético señalan una posible relación con la alta participación de fuentes renovables, como la solar y la eólica, en el sistema eléctrico español.
En sistemas interconectados, la mayor estabilidad se logra con la participación de generadores de alta capacidad que puedan soportar rápidamente la carga que otros pequeños y medianos generadores dejen de suministrar por haber fallado o haberse desconectado por sobrecarga. Esta disponibilidad no la poseen los de energía renovable, como la solar y los aerogeneradores.
España ha sido líder en la transición energética, al apostar decididamente por la descarbonización de su matriz eléctrica.
Actualmente, las energías renovables representan más del 50% de la generación nacional, con una participación creciente de paneles solares y aerogeneradores. Esta evolución, si bien es positiva desde el punto de vista ambiental, plantea nuevos desafíos técnicos.
A diferencia de las plantas termoeléctricas o nucleares, las instalaciones solares y eólicas no generan inercia ni responden con la misma rapidez a picos súbitos de demanda. En otras palabras, si la demanda eléctrica crece abruptamente –por ejemplo, debido a una ola de calor que dispara el uso de aires acondicionados– y no hay suficiente respaldo de tecnologías convencionales o almacenamiento, la red puede volverse inestable, y provocar desconexiones automáticas para proteger el sistema.
Además, las fuentes renovables dependen del clima: si el viento cae o las nubes cubren el sol, la generación puede disminuir drásticamente en cuestión de minutos. Si no hay suficiente generación de respaldo o capacidad de almacenamiento, la oferta no puede igualar la demanda, lo que puede derivar en interrupciones del suministro.
Este evento subraya la necesidad de modernizar el sistema eléctrico, no solo aumentando la capacidad de generación renovable, sino también fortaleciendo las redes de transmisión, incorporando baterías a gran escala y manteniendo una capacidad mínima de respaldo con tecnologías firmes.
La transición energética no es simplemente cuestión de sustituir fuentes; requiere una transformación profunda en la forma en que se gestiona y equilibra el sistema. El apagón reciente puede servir como llamada de atención para acelerar esa transformación y garantizar que el futuro eléctrico del país sea no solo limpio, sino también seguro y estable.
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Jaime Morera Monge es ingeniero electricista.
