El fenómeno de El Niño es una variación climática en dos partes (El Niño y La Niña) opuestas, con períodos en los cuales no ocurre ninguna de las dos.
Debido a El Niño se calientan las aguas frente a Perú y Ecuador, fenómeno que ocurrió por última vez del 2018 al 2019 y se catalogó como débil, mientras que del 2015 al 2016 fue muy fuerte.
El cambio climático la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo define como los cambios naturales a largo plazo, por actividad solar o grandes erupciones volcánicas, pero la raza humana, desde el siglo XIX, es un detonante de aceleración no natural. El Niño y el cambio climático de este siglo tienen orígenes independientes; sin embargo, pueden unirse, con resultados desastrosos.
Las organizaciones de control atmosférico y de océanos siguieron en el 2022 con detenimiento las alteraciones en la temperatura superficial del océano Pacífico. En diciembre, estábamos en la fase de La Niña y ya para marzo se sentía la de El Niño, sin período de reposo, algo ya de por sí nada normal.
En Estados Unidos y Canadá, igualmente, estudian el desarrollo del fenómeno, puesto que en unas regiones El Niño significa mucha nieve y en otras, poca.
El Niño en Perú y Ecuador
En aguas de Perú, las temperaturas subieron hasta cuatro grados y en Costa Rica hasta dos (incluso el Domo Térmico deja de notarse en los mapas de temperatura superficial).
En Perú, durante el mes de febrero, como resultado del monitoreo minucioso del Instituto del Mar (Imarpe), se suspendió la pesca de anchoveta y no se ha reanudado la nueva temporada, una industria que da empleo a 140.000 personas, más 60.000 pescadores de otros subsectores. Se pronostica una pérdida de $600 millones.
En Ecuador, se calculan unos 70.000 pescadores perjudicados y pérdidas mensuales de $7,5 millones.
El Niño en Costa Rica
En Costa Rica, dado que carecemos de un censo sobre la población pesquera, no contamos con un estimado de pescadores afectados, pero los impactos son notorios en la caída de ingresos para muchos pescadores artesanales y palangueros y la cadena productiva ligada.
El Niño en Costa Rica, además del serio problema pesquero, significa escasez de lluvias y, por tanto, impacto en otros campos, entre ellos, el agropecuario, cuya merma en cultivos y carne para consumo humano incrementa los precios de la electricidad debido al uso de combustibles fósiles para operar plantas térmicas.
Otros efectos son los cortes en el suministro de agua potable a causa de la baja en los reservorios, muerte de animales silvestres por inanición y aumento en cantidad e intensidad de los incendios forestales.
El Niño altera meta del Acuerdo de París
El Niño causará un incremento global en la temperatura ambiental (además de la oceánica) hasta de 0,2 grados Celsius. En el Acuerdo de París sobre cambio climático del 2015 se estimó en 1,5 °C el límite global de subida de la temperatura, y ahí es donde El Niño puede sumar temperatura en el 2024 a los fenómenos climáticos que acrecentaron la temperatura en el 2023.
Es factible incluso que el calentamiento supere el límite establecido de 1,5 °C. Por tanto, se prevén más bosques ardiendo, más especies silvestres extinguiéndose, más pobreza en países en vías de desarrollo, mayores migraciones latinoamericanas hacia el norte, por ejemplo.
En vista de la abundante cantidad de pruebas y la enorme probabilidad de daños a la sociedad, la naturaleza y la economía, al gobierno le corresponde tomar acciones que prevengan daños en la agroganadería, incluidos la pesca, el medioambiente, el agua potable y la energía, y planificar las medidas para la mitigación de los efectos de combinación de El Niño y el cambio climático en el 2024.
El Dr. Ángel Herrera Ulloa es director de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional (UNA).