Andrés Arley Vargas es médico urólogo y presidente de la Asociación Costarricense de Cirugía Urológica. Suele escribir historias basadas en los pacientes que atiende. Para efectos de sus narraciones, siempre se refiere a “don Cosito” y “doña Cosita”. Sus textos pretenden transmitir la humildad y la sencillez de las personas que acuden a su consulta médica. Aunque los relatos parezcan ficticios, son completamente reales.
Don Cosito tiene 62 años, vive en San José, se dedica a “los camaroncillos” (trabajo informal, lo que salga, esporádico), es casado y tiene tres hijos ya adultos.
Durante la consulta, me doy cuenta de que es diabético e hipertenso formalmente diagnosticado, pero no acostumbra tomar sus medicamentos con regularidad. Él reconoce que no cuida su salud, no se hace exámenes de control con regularidad y “soy muy poco de ir al médico" (sic).
–Es que me dijeron que los tratamientos del azúcar lo dejan a uno ciego. Prefiero los remedios naturales y la macrobiótica– me dice.
Tuve que explicarle con calma que no son los medicamentos de la diabetes los que provocan la ceguera; al contrario, el hecho de no tomárselos permite que las enfermedades progresen y ahí sí puede perder la vista.
También me tomé mi tiempo para que entendiera que la “medicina natural” como tal no existe y, aunque algunas cosas podrían servir, es importante que un determinado producto o medicamento pase por el escrutinio de la ciencia, para demostrar su eficacia y seguridad.
Le expliqué, con sumo detalle, cuáles son las posibles consecuencias a largo plazo de no tratar su diabetes y su hipertensión: ceguera, daño en los riñones, infartos, accidentes vasculares cerebrales (“derrames cerebrales”), amputaciones, entre otras. Al igual que lo hago siempre, le pedí encarecidamente creer en la ciencia y no en los “consejos del vecino” o “lo que investigué en Internet”.
Vivimos en una época en la que los pacientes, lastimosamente, creen que saben sobre determinado padecimiento. “Lo encontré en Google”, dicen con soltura. También nos toca lidiar contra el consejo del vecino, el famoso “don David” quien es feliz recomendando remedios caseros a diestra y siniestra.
En la siguiente parte de la entrevista inicial, procedí con las preguntas relacionadas con hábitos de alcoholismo y tabaquismo, previos o presentes. Don Cosito dejó de fumar hace unos 15 años, afortunadamente, pero "el guarito no lo dejo".
La conversación transcurrió más o menos así:
–Don Cosito, ¿cuánto guaro se toma en una sentada?
–Diay, yo creo que no menos de un litro por fin de semana.
–Suave... ¿un litro?
–Sí, señor. Whisky, no menos de dos cuartas por día, y las birritas, que no pueden faltar.
–¿Usted está consciente de su alcoholismo, don Cosito?
–Sí señor, lo estoy. Ya casi voy para una cirrosis. Me lo advirtió el gastroenterólogo. El problema es que no he hecho el propio (sic) por dejar de tomar. Cuando me propuse dejar de fumar, lo logré rapidísimo; pero con el guaro no... Es que me gusta mucho y, además, los amigos llegan, se echan los tapis con uno viendo la mejenga... Usted entiende, doctor.
El motivo de consulta de don Cosito fue la presencia de síntomas del tracto urinario inferior, lo que antes se llamaba prostatismo. Básicamente, es levantarse de noche, tener un chorro muy delgado, pujar al orinar, notar que la orina sale de forma entrecortada y muchas veces, tener que correr al baño para llegar a tiempo.
Estos problemas son muy comunes en pacientes con crecimiento de la próstata, propio de la edad. Además, el alcohol suele empeorar estos inconvenientes, por lo que les pedimos a los pacientes que disminuyan el consumo drásticamente o, mejor aún, que dejen de tomar.
Cuando lo atendí, ya él tenía a mano su examen de antígeno prostático específico (el examen de sangre que nos permite determinar la presencia de tumores malignos, entre otros) y un ultrasonido de vías urinarias, que revelaba un agrandamiento prostático de consideración y la presencia de residuo posmiccional (orina residual en la vejiga, una vez que terminó de orinar).
En la primera cita, independientemente de que se vaya a necesitar una cirugía, es muy común que el urólogo prescriba medicamentos para vaciar mejor la vejiga y otros que encogen la próstata.
–Don Cosito, este medicamento está diseñado para que orine mejor y la próstata se vaya reduciendo de tamaño. Funciona excelentemente. Se toma todas las noches, media hora después de la cena, para que no le caiga pesado en el estómago.
–Un momentico, doctor. Antes de recetármelo: ¿cuánto vale el mes de tratamiento?
–Un momento, don Cosito. ¿Cuánto vale el guaro de cada fin de semana?
–Diay, doctor, cada botella de whisky no menos de 25 rojitos. A eso le sumamos lo de las birras.
–Fin de la discusión. Si hay plata p’al guaro: hay pa’ las medicinas. Nada más que agregar, don Cosito.
–Tiene usted toda la razón, doctor...
