
Esta semana que terminó, Costa Rica estuvo sumergida en un debate nacional sobre la no clasificación de la Selección Nacional de Fútbol al Mundial 2026. Abundaron los titulares, análisis, transmisiones especiales y muchas horas de conversación en radio, televisión y redes sociales. No es para menos: el fútbol mueve pasiones, une al país y forma parte de nuestra identidad colectiva.
Pero mientras todo eso ocurre, mientras llenamos pantallas con lamentos y reproches, hay un hecho extraordinario –positivo, esperanzador y lleno de mérito– que ha pasado prácticamente inadvertido en la agenda nacional: Costa Rica sí tiene una selección clasificada a un mundial. Una selección ejemplar. Una selección que sí estará representando a nuestro país, en Singapur. Me refiero a la selección costarricense que participará en el Mundial de Robótica –World Robot Olympiad (WRO)–, un evento que reúne a más de 105 países en torno a la robótica, la ciencia, la tecnología, la ingeniería y la innovación. Se trata de un grupo de 36 niños, niñas y jóvenes costarricenses que llevan un año entero preparándose con disciplina, creatividad y resiliencia.
Ellos sí superaron con éxito todas las etapas clasificatorias: torneos regionales, un evento nacional exigente y retos complejos que ponen a prueba tanto su pensamiento lógico y creativo, como su capacidad para resolver problemas reales mediante la robótica. Ellos sí clasificaron. Ellos sí están listos. Ellos sí nos representarán. Pero hoy casi nadie está hablando de ellos. Y ese silencio dice mucho.
La delegación que representará al país en el Mundial de Robótica no solo juega y compite. También innova, piensa críticamente, trabaja en equipo, resuelve problemas, diseña soluciones para problemas reales y se ha preparado con disciplina y excelencia.
Ellos encarnan los valores que tanto repetimos en discursos oficiales y documentos políticos y estratégicos. Son un ejemplo claro de que la educación STEAM (ciencias, tecnología, ingenierías, artes y matemáticas) sí florece cuando se siembra y se cuida. Pero florece en silencio, muchas veces con recursos limitados, con el esfuerzo de familias, docentes, centros educativos y organizaciones que creen que la ciencia también merece escenario, aplausos y orgullo nacional.
Un llamado a los medios
Este es un llamado respetuoso pero firme a los medios de comunicación: denles espacio a estos jóvenes. Cuéntenle al país que sí tenemos una selección en un mundial. Una selección que está haciendo historia.

La robótica educativa no es un pasatiempo. Es una herramienta poderosa que forma a la próxima generación de ingenieros, científicos, emprendedores y líderes tecnológicos. Y la semana que empieza tendremos a decenas de estudiantes costarricenses demostrando su potencial ante el mundo. Costa Rica no puede seguir dejando que las buenas noticias científicas pasen inadvertidas. Necesitamos que los logros académicos también ocupen portadas.
Necesitamos que la niñez vea que la inteligencia, la curiosidad y la innovación también pueden convertirse en orgullo nacional. Sí, Costa Rica tiene una selección en el mundial. Y merece que lo celebremos. Los días 26, 27 y 28 de noviembre, en Singapur, los ojos del planeta estarán puestos en los equipos más innovadores del mundo. Y ahí estará Costa Rica, con la frente en alto, con talento propio y con jóvenes que han demostrado que cuando se apuesta por la educación, los resultados llegan. La pregunta es: ¿estaremos nosotros siguiendo este mundial?
Alejandra Sánchez es ingeniera, organizadora de la Olimpiada Nacional de Robótica en Costa Rica y representante de Latinoamérica ante el Advisory Council de World Robot Olympiad (WRO).