A veces un libro no responde a las preguntas que se formula, más bien afina la manera de hacerlas y nos lleva a pensar distinto (y eso, justamente, lo agradezco). Esto mismo consigue la obra Comprometerse con el mundo. Continuar un diálogo (H&H Editores, 2025), de Isabel Gamboa Barboza.
Este texto presenta, con unas anteojeras críticas, las observaciones sobre el presente de la autora y aborda muchas aristas que nos interpelan: el sufrimiento (que a veces normalizamos), el aprendizaje (que damos por hecho), la vivencia de la política y lo político (que a veces es incesante y extenuante), la convivencia (las formas de relacionarnos), así como los encuentros y roces con lo público y con la institucionalidad y la realidad que enfrentan muchas mujeres.
Conviene detenerse un momento en la autora y en el lugar desde donde escribe. Isabel Gamboa Barboza se formó en Sociología y posteriormente se doctoró en Estudios de la Sociedad y la Cultura. Enseña desde hace años en la Universidad de Costa Rica, es docente e investigadora de esa casa de estudios y, en paralelo, ha publicado varios libros y desde hace años publica columnas de opinión en La Nación. Esa doble pertenencia, esa doble vocación y a su vez militancia –de escritora y de docente– atraviesa todo el libro.
La combinación de labor docente y de escritora le ha permitido a Isabel una práctica sostenida de reflexión y de intervención; escribe de forma constante, piensa, decide y participa, como corolario, toma posesión del espacio público. Su obra es una mezcla entre observación aguda, honestidad del pensamiento, a veces irónica y sin adornarse innecesariamente (lo celebro).
En esta última obra, de una autora que ya cuenta con otras en su haber, Una mujer que asesinó al hijo usando como arma un río, de 2024, y Veinticinco cuentos perversos, de 2013, se reúnen columnas y ensayos breves publicados a lo largo de los últimos años desde 2021. Mientras leía, no me hallé con el pasado; aquí no hay reminiscencias ni nostalgias, solo experiencias traídas al presente. Me topé con el presente.
¿Qué encontré en más de 300 páginas? Una forma de mirar lo que tenemos delante. Lo que la autora ofrece es una lectura crítica de lo cotidiano: detecta desencanto, cinismo e insensibilidad; empero, también ve gestos y formas de convivencia que mantienen viva la conversación democrática.
Isabel escribe con la convicción de que “debemos a nuestro país un especial esmero en la comunicación llana y el trato amable” y recuerda que “todas las personas, absolutamente todas, hacemos cosas que lastiman y ofenden a otras”. Sin embargo, también nos indica que “como país y civilización, ganaríamos si cada uno, en la medida de sus posibilidades, se esforzara por no causar sufrimiento, sino por aligerar un poco la vida de quienes le rodean”. Con esas frases tan directas, enlaza su voz con Iris Marion Young, Nancy Fraser y Bell Hooks, quienes sostienen que la apertura a la pluralidad, junto con la lucha por la igualdad, fortalece la democracia.
Tal y como lo señala la filósofa política Cristina Lafont, una forma relevante para participar e involucrarse en la determinación de los procesos políticos es mediante la formación de la opinión y la voluntad políticas en la esfera pública. Isabel Gamboa hace suya esa idea: sus columnas no se limitan a diagnosticar o incluso lamentarse de lo que nos rodea, sino que plantean preguntas que invitan a tomar partido, a discutir de manera colectiva y a construir, paso a paso, una ciudadanía más activa y reflexiva.
Mi texto favorito es Anotaciones para no dejarse engañar por la política, donde la autora defiende, de manera muy clara, el voto informado como práctica activa de ciudadanía crítica. Con tono irónico y provocador, condensa una lectura de la democracia desde lo afectivo, al asumir a la política no como espectáculo pasivo, sino como ejercicio reflexivo.
De la lectura de sus columnas resalto, a su vez, la idea del sentido de oportunidad: la posibilidad de hacer algo, siguiendo a Hannah Arendt. El participar en la esfera pública fortalece y ejerce la libertad humana en los espacios de encuentro y discusión colectiva. El libro, justamente, gira en torno a la defensa de la implicación cívica: frente al cinismo, insiste en la necesidad de mantener abierto el diálogo.
En Costa Rica, donde la apatía y la polarización tensan la esfera y el debate públicos, Comprometerse con el mundo cobra un valor especial. No solo por lo que dice, sino por cómo lo dice: con rigor, con cuidado y con responsabilidad. Seguir conversando, incluso cuando duela o canse es, precisamente, su mayor aporte.
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Carolina Ovares Sánchez es politóloga y socióloga; se desempeña como docente en la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica (UCR).