
La historia de la humanidad está marcada por revoluciones tecnológicas que han reconfigurado el mundo. Sin embargo, pocas veces hemos visto una convergencia tan poderosa como la que estamos presenciando en este 2025: la revolución de la inteligencia artificial (IA), el avance imparable de las fronteras de computación y conectividad, y el surgimiento de una ingeniería de vanguardia que redefine las industrias.
McKinsey & Company acaba de publicar su extenso informe Technology Trends Outlook 2025, que nos ofrece una brújula para comprender los movimientos sísmicos que se avecinan en el ecosistema tecnológico. Para América Latina, esta es una oportunidad única de adaptación y de liderazgo estratégico.
La (nueva) revolución de la IA
La inteligencia artificial, antes limitada a laboratorios, ya forma parte de la operación empresarial. Con más del 78% de las compañías usándola en alguna función, su impacto es evidente. El auge de los agentes de IA abre un nuevo panorama: sistemas que razonan y ejecutan tareas complejas de forma autónoma. No solo responden o presentan datos, sino que diseñan flujos de trabajo, interactúan, deciden, aprenden y se comunican en lenguaje natural como verdaderos colegas digitales.
Su adopción se encuentra en una etapa temprana de experimentación, las inversiones en esta tecnología –más de $1.100 millones en 2024– y un aumento del 985% en la demanda de talento asociado sugieren que habrá un crecimiento explosivo a corto plazo. Es el camino que se debe seguir.
La frontera de la computación, más cerca que nunca
La computación y la conectividad son cruciales. La IA generativa, las experiencias inmersivas y la tecnología cuántica exigen infraestructura capaz de afrontar retos de escala, latencia y eficiencia, donde la nube y el edge computing son esenciales.
Las tecnologías inmersivas transforman nuestra interacción con el mundo digital más allá del entretenimiento. Desde entrenamientos industriales hasta mantenimiento remoto, sus usos crecen rápidamente. La ciberseguridad, ahora preocupación central, es clave ante la autonomía creciente y los ecosistemas distribuidos.
Ingeniería de punta al servicio de todos
El tercer vector es el de la ingeniería de punta. Bajo esta categoría, se agrupan innovaciones tan diversas como la movilidad autónoma, los semiconductores específicos para aplicaciones, la robótica avanzada y la bioingeniería personalizada. Estos avances permiten crear soluciones inéditas y mejorar productos existentes. En bioingeniería, una biopsia tumoral puede transformarse en un tratamiento a medida, y drones autónomos ya entregan medicinas en zonas antes inaccesibles.
Los semiconductores, que han operado como capa de soporte silenciosa, hoy protagonizan una carrera global por satisfacer la creciente demanda de cómputo, memoria y eficiencia energética, impulsada por la misma IA que ellos alimentan.
Tres hacen la fuerza
Estas tendencias no actúan solas; su fuerza está en las sinergias de su intersección. La IA impulsa sistemas de energía sostenibles, acelera el entrenamiento de robots, optimiza diagnósticos y adapta entornos inmersivos en tiempo real. La colaboración humano-máquina entra en una fase en que la tecnología es coproductora con decisión contextual, no solo ejecutora de órdenes.
Como dice el dicho: “Con grandes poderes vienen grandes responsabilidades”. El despliegue masivo de estas tecnologías exige nuevas reglas del juego en términos de gobernanza, ética y transparencia. La confianza se ha vuelto un factor crítico para la adopción. Los marcos regulatorios, la trazabilidad de los datos, la equidad algorítmica y la seguridad operativa son condiciones no negociables. El desafío es avanzar rápido y a paso seguro.
El talento será clave. Con las máquinas asumiendo tareas rutinarias, los equipos deben enfocarse en planeación, supervisión, ética y trabajo interdisciplinario. Esto exige redefinir perfiles, estructuras y alianzas entre universidades, gobiernos y empresas.
La falta de expertos en machine learning, lenguaje natural o ingeniería de prompts ya genera cuellos de botella que podrían frenar el avance en América Latina, si no se actúa con urgencia.
¿Cómo puede la región aprovechar el momento?
Las preguntas para los líderes empresariales son cuándo y cómo estas tecnologías transformarán sus industrias. En América Latina, la oportunidad es ahora. La región cuenta con fortalezas singulares: un ecosistema emprendedor dinámico, talento técnico en expansión, experiencia en resolver problemas con recursos limitados y un mercado ávido por soluciones inclusivas.
Para aprovechar este momento, las organizaciones deben explorar estratégicamente, impulsar la colaboración público-privada, invertir en talento y repensar sus modelos con la IA como eje central. Los líderes que comprendan esta transformación, actúen con audacia y construyan con responsabilidad definirán el futuro.
La tecnología ya está avanzando ¿Estaremos a la altura de liderarla?
Gerardo Aue es socio de McKinsey & Company.