
El 1.° de setiembre se celebró en Tianjin, China, la XXV Cumbre de Jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), liderada por Xi Jinping. Y, tres días después, el desfile militar en Pekín conmemorando el día de la victoria china que puso fin a la II Guerra Mundial (IIGM) en Asia. Ambos eventos, cargados de simbolismo cultural chino, señalaron una nueva fase en la construcción de un orden internacional iliberal para el siglo.
Pero va más allá: por un lado, se evidenció el restablecimiento de la amistad sino-india; por otro, la consolidación del llamado “siglo asiático” bajo la noción de civilizacionismo.
Este último está en la base conceptual unida a la filosofía de Shanghái, que se resume en los llamados “Principios de Shanghái”, cuyos ejes filosóficos son: 1. Multipolaridad y rechazo a la hegemonía; 2. Seguridad compartida; 3. Confianza mutua y respeto cultural; 4. Civilizacionalismo –la idea de que las grandes civilizaciones de Asia (China, India, Persia, Rusia como “Eurasia”)– tienen derecho a definir su camino de desarrollo sin modelos externos), y 5. Cooperación pragmática.
Frente a esto, Estados Unidos busca replantear los fundamentos del orden internacional liberal del siglo XX, y Occidente, en general, intenta recuperar una identidad que cada vez está más deteriorada, con un sistema de instituciones internacionales muy debilitado y sin un rumbo claro.
China y sus aliados
La cosmovisión china se fundamenta en la concepción confuciana del poder y la cultura, muy distinta de la visión occidental, que privilegia la implementación de políticas en el corto plazo. Los mensajes de advertencia de hace décadas (“ojo con China” y “cuidado con su poderío militar”) no calaron lo suficiente en su momento. Hoy, Pekín, con Xi Jinping a la cabeza, impulsa un proyecto hegemónico con proyección global.
La dinámica geopolítica de hoy demuestra que lo relevante ya no solo pasa por Washington, sino también, de forma creciente, por Pekín. La Cumbre de OCS lo evidenció. Fue encabezada por Xi, Putin y el primer ministro indio Modi; secundados por jefes de Estado y de Gobierno de ocho países miembros, a los que se suman dos Estados observadores y 14 socios de diálogo. La OCS, establecida en 2001, tiene como objetivo fomentar “un nuevo orden político y económico internacional democrático, justo y racional”.
Por ello, la cumbre –que se puede tomar como un termómetro de lo que pasa más allá de Occidente– permite observar un nuevo reacomodo de fuerzas en lo que se ha dado en llamar el Sur Global. Para Modi, fue una oportunidad para reabrir canales de comunicación con China, a pesar de sus diferendos territoriales. Para Putin, es romper algunas de las limitaciones que lo habían convertido en un paria internacional. No hace mucho estuvo en Alaska, reunido con Trump, y ahora en Tianjin y Pekín, con un buen número de gobernantes y autoridades.
El desfile militar
La celebración militar por el 80.° aniversario de la rendición de Japón representa, en primer lugar, una reescritura de la historia de la Segunda Guerra Mundial en Asia, y en segundo lugar, una demostración del poderío militar chino, que, en muchos aspectos, supera a las fuerzas militares occidentales.
Este avance es resultado de la “reforma de los asuntos militares” iniciada a finales de la década de 1970 para modernizar al Ejército Popular de Liberación. Se espera que esta reforma concluya en 2030, lo que implica que aún veremos nuevos avances tecnológicos en el ámbito militar chino.
Durante el desfile, Xi estuvo flanqueado por Putin y Kim Jong-un, seguido por líderes de varios países, incluidos algunos europeos. Esto evidencia una clara división del mundo en dos grandes bloques asimétricos, aunque ya no puede aplicarse la dicotomía tradicional entre Occidente y “el resto”. Hoy, la administración Trump no forma parte del viejo orden internacional liberal del siglo pasado.
La pregunta clave es: ¿cómo se definirán las reglas del orden mundial del siglo XXI? ¿Será a través de una guerra sistémica –que comenzó en 2014– que evolucione hacia una guerra mundial, o mediante una conferencia tipo Yalta 2? ¿0, en la que las superpotencias se repartan el mundo en esferas de influencia?
Lo que observamos es un escenario con trazos similares a Múnich en 1939, con características de una paz armada –una variación del balance de poder de la Europa de 1815 o de la Guerra Fría–, con una lucha hegemónica no solo político-militar, sino también económica y cultural, y con una dinámica global en la que intervienen múltiples actores no estatales.
Relación Estados Unidos-India
Tras la cumbre de Tianjin, surge una inquietud: ¿se mantendrá una alianza estratégica entre Estados Unidos e India? Para Washington, Nueva Delhi es una pieza clave para generar presión sobre China en Asia.
India es hoy el país más poblado del mundo, con un desarrollo de alta tecnología muy relevante, un régimen democrático bastante estable y una posición geopolítica clave en Asia del Sur. A Washington no le conviene que el gobierno de Modi se acerque a Pekín.
La primera semana de setiembre atrajo todas las miradas del mundo hacia China, que dio un paso significativo hacia el orden internacional del siglo XXI. Y por ahora, no se ha visto la reacción de Occidente, sobre todo de Washington.
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Carlos Murillo Zamora es catedrático de la Universidad de Costa Rica (UCR) y de la Universidad Nacional (UNA).