
Según la opinión experta, producto de diagnósticos aplicados a la situación educativa del país, los programas de estudio del MEP, de primaria y secundaria, cumplen entre mediana y satisfactoriamente con las exigencias socioculturales que fundamentan el currículum educativo. Parece ser, entonces, que el problema está en otro lado.
Me he planteado como hipótesis que la variable que determina principalmente la calidad educativa es lo que sucede cotidianamente en el aula. En otras palabras, la calidad de la interacción entre docentes y estudiantes a la hora de implementar tales programas de estudio es lo que incide directamente en su efectividad. Y, al hablar de calidad, no se puede ignorar el indicador de cantidad, puesto que, si se enseña con calidad, cuanta mayor cantidad de tiempo dedicado a la enseñanza, mejores resultados educativos se pueden alcanzar. Algunas de las condiciones que se requieren para que el tiempo en el aula sea bien aprovechado –solo unas pocas– son las siguientes:
Formación profesional. La tarea docente es esencialmente la promoción de conocimientos, competencias y valores para la formación de un ser humano capaz de vivir en sociedad, de modo que pueda enfrentar adecuadamente los retos que se le presenten en su vida y que pueda aportar al bienestar común. Para ello se recurre, en primera instancia, a una formación del docente, tanto inicial como continua, que le permita incorporar a su acervo profesional conocimiento teórico-práctico, de manera que sus intervenciones educativas cuenten con el grado de intencionalidad y experticia necesario para hacer más efectiva su tarea formativa. Es lógico pensar que un recorte presupuestario en el sistema educativo, como sacrificio hacendario, puede afectar la actualización docente que se requiere para responder a las necesidades cambiantes del entorno, sus necesidades como sujeto de un proceso de desarrollo profesional y las necesidades que surgen del avance teórico de las ciencias de la educación.
Recursos didácticos. Llegamos a pensar, entonces, que la carencia de recursos didácticos puede ser uno de estos factores que interfieren en la calidad educativa. Utilizar este tipo de materiales estimula los sentidos y la imaginación del estudiantado para dar paso a aprendizajes significativos. A pesar de la abundancia de recursos para la enseñanza, de literatura educativa que los ofrece o que enseña a elaborarlos, de la evidente convicción de que el proceso de enseñanza y aprendizaje se ve enriquecido cuando se dispone de libros, cuadernos de trabajo, carteles, juegos educativos, computadoras, aplicaciones virtuales, sitios web, teléfonos inteligentes, materiales de arte, entre otros, muchísimas aulas costarricenses están desvestidas de estos materiales. Y lo peor es que a veces estos ropajes se encuentran en cajas polvorientas, despreciados ante el reinado de su majestad, la pantalla y la computadora, que lejos de funcionar como recursos didácticos se convierten en chupetas electrónicas, como a veces sucede en las casas de los estudiantes.
Ejercicio de la supervisión. La supervisión académica que antaño ejercía el director y el supervisor del circuito escolar (por experiencia propia la conozco) ha sido suplantada por una superestructura de formularios, informes, reportes virtuales, esquemas de planeamiento, directrices y otros recursos utilizados por jerarquías externas a la institución educativa, que desvían la atención docente y exigen una importante inversión de tiempo en completarlos, aunque, a falta de una devolución apropiada de sus resultados a las personas interesadas directamente en la tarea de enseñar, no surtan ningún efecto significativo en esta tarea.
Distribución del tiempo. Finalmente, podemos mencionar la disminución evidente del tiempo dedicado a la dinámica de mediación pedagógica directa en el aula para el cumplimiento de todos los objetivos propuestos en el currículum; se privilegian algunos –importantes, también, como parte de una visión integral del ser humano–, pero que constituyen en gran medida una gran distracción en la dinámica escolar, pues obligan al docente a alejarse de una racionalidad de la distribución del tiempo y del esfuerzo invertidos en la gestión de su docencia. Al igual que la sobrecarga de trabajo administrativo, la suspensión de lecciones para preparar y desarrollar actividades extracurriculares en exceso y de forma desbalanceada (me parece que ahora se celebra de todo sin ejercer un criterio de selección) rompe la visión integradora del ser humano desde la perspectiva humanista, la cual sustenta la máxima de que el esfuerzo educativo debe concentrarse, por igual, en el estímulo de la cognición, la acción, el afecto y los valores.
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Alejandrina Mata Segreda es profesora emérita de la UCR.