“La civilización se va a tambalear si la gente no tiene más hijos”, dijo Elon Musk, dueño de Tesla, el empresario más rico del mundo, en una reciente entrevista.
“No puedo enfatizar esto suficientemente, no hay suficiente gente… la baja en la tasa de natalidad es uno de los mayores riesgos de la civilización... gente buena e inteligente piensa que hay demasiada gente en el mundo y que la población está creciendo fuera de control... es completamente lo contrario: si la gente no tiene más hijos, la civilización va a desmoronarse: anoten mis palabras”, agregó.
El sociólogo Pablo Amato calcula que si Estados Unidos tuviera la estabilidad familiar que tenía en 1960, el país tendría ahora 750.000 niños menos repitiendo curso, 1,2 millones de expulsiones escolares menos, medio millón de actos de delincuencia juvenil menos, alrededor de 600.000 niños menos recibiendo terapia y cerca de 70.000 intentos de suicido menos al año.
En 75 países, la tasa de fecundidad se sitúa muy por debajo de la de reemplazo, 2,1 hijos por cada mujer, necesaria para mantener los jóvenes y la mano de obra requerida.
La población en edad de trabajar, de entre 16 y 64 años, creció un 40% en el mundo de 1990 al 2010. Este crecimiento no volverá a repetirse, pues el reemplazo nunca nació.
En los próximos 40 años, la población en edad de trabajar se reducirá en Europa y Asia, según el informe del Social Trends Institute de Nueva York. Los demógrafos y sociólogos han recogido gran cantidad de datos sobre la causa de la caída de los valores en Escandinavia y el centro de Europa, y a partir de mayo de 1968, época de la revolución universitaria.
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Desde 1960 se nota un cambio de actitud entre los jóvenes: incremento del divorcio, multiplicación de los anticonceptivos, sexo sin responsabilidad, rechazo a tener hijos y cambio de atención a creencias religiosas.
Como resultado, en España, Italia y Portugal, fueron cayendo las tasas de matrimonios, hay pérdida de valores, se sufre un fuerte embate legal que causó la destrucción de la familia, se aprobó la eutanasia y la manipulación genética y existe un desvanecimiento de la institución familiar por parte del Estado, generado, en España por ejemplo, por el Partido Socialista y los constantes silencios del Partido Popular.
La tendencia ha producido un envejecimiento gigantesco en Europa y muchas otras naciones.
Gobierno, sociedad, ciudadanos y empresas se verán beneficiados por el ordenado fortalecimiento de la institución familiar. Es parte del crecimiento, porque la riqueza de las naciones y el comportamiento de los grandes sectores de la economía moderna dependen del futuro de la familia, explica el informe del Social Trends Institute.
Esta propuesta sí podría estar en la agenda política de las buenas ideas de muchas naciones. La realidad contundente es que el envejecimiento de las poblaciones está arrastrando al mundo al descenso y destrucción de las familias.
Y una nueva generación, si no siente la fuerza de la juventud, será menos enérgica. Ya se nota en Europa y Asia, y fue la gran preocupación de Angela Merkel, de allí su arriesgado plan migratorio, que era necesario para su país, en parte.
Según tendencias actuales, nos enfrentamos a un mundo de rápido envejecimiento y descenso de la población, con pocos niños, muchos de ellos sin las bondades de una familia intacta.
Los educadores ya están advertidos: cada escuela que cierra, será menos trabajo para ellos. Y las enfermeras especializadas en la tercera edad tendrán, a su vez, más responsabilidades.
Resultado: la economía de las naciones envejecerá. Vamos hacia una sociedad más lenta en crecimiento económico, como lo señalan los economistas Nicholas Eberstadt y Hans Groth.
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Lo primordial no es solo la mano de obra, sino también la calidad de la formación de cada persona. Para los niños, el matrimonio de sus padres es importante.
Los niños educados lejos de una familia tienen muchas menos probabilidades de adquirir capital humano y social, necesario para convertirse en ciudadanos productivos y estables.
Las familias que cuidan su estabilidad en el matrimonio tienen más posibilidades de éxito en las escuelas y la universidad, y de hallar un empleo en la adultez. El matrimonio es un generador de capital social, humano y financiero para las economías.
Una nueva política social de apoyo a las familias jóvenes puede ser la respuesta.
El autor es diplomático.