Vivimos en una sociedad que valora más lo que tenemos que lo que somos. Nos decimos que la felicidad está en el trabajo duro y en la acumulación de bienes, pero la verdadera paz solo se encuentra cuando sanamos nuestra relación con nosotros mismos, con los demás y con el mundo que nos rodea.
La “carrera de la rata” es un ciclo de vida centrado en el trabajo y la acumulación de dinero, impulsado por la constante búsqueda de validación externa. El concepto proviene de la observación de cómo las ratas, cuando se colocan en un laberinto con una rueda, corren constantemente sin llegar a ningún lado, atrapadas en un ciclo repetitivo. En la sociedad humana, este ciclo perpetúa la insatisfacción, ya que cada nuevo logro se convierte en una nueva meta que debe ser superada, alejándonos de lo que realmente importa: la conexión con uno mismo y la paz interna.
Entonces, si la felicidad no está en el trabajo y las adquisiciones materiales, ¿dónde la podemos encontrar? Empecemos por donde no se encuentra: no hay nada fuera de usted que lo pueda herir, pero tampoco hay nada fuera de usted que lo pueda salvar.
¿Quién soy realmente? ¿Qué me motiva? ¿Qué necesito para ser feliz? La única persona con la que tiene asegurado que va a compartir el resto de su vida es usted mismo. Desde esa perspectiva, el sanar nuestra relación con nosotros mismos es el punto de partida para alcanzar la libertad interior. Y el primer paso es conocerse.
¿Realmente ha pasado tiempo con usted mismo como para decir que se conoce? Porque el cuerpo es temporal y se desgasta con el tiempo, pero es solo el paquete en el que venimos envueltos. La autocompasión, la aceptación de nuestras imperfecciones y la capacidad de establecer límites saludables son fundamentales para construir una relación sana con nosotros mismos.
¿Tiene la capacidad de reírse de usted mismo o es de los que se da palo cuando las cosas no salen como quiere? Muchas veces, vivimos atrapados en la crítica constante, la inseguridad y la falta de perdón hacia nosotros mismos. Este ciclo perpetúa la insatisfacción y la ansiedad. Al final, estamos aquí para aprender y se aprende cometiendo errores, ¿o no?
Por otro lado, si no estoy en paz conmigo, será difícil estar en paz con los demás. Porque a las personas se les sale lo que tienen adentro. Si poseemos paz, amor y bienestar, no necesitamos levantar la voz ni de maltratar al otro. Eso no quiere decir que a veces no nos invadan emociones negativas, lo cual es inevitable. Pero lo importante es tener la capacidad de entender que se trata de emociones pasajeras y que podemos desarrollar herramientas para manejarlas mejor.
Las relaciones interpersonales son el espejo en el que reflejamos nuestra conexión con el mundo. Sanar nuestras relaciones con los demás implica aprender a escuchar sin juzgar, a ofrecer empatía sin esperar nada a cambio y a comprender las diferencias sin tratar de imponer nuestra visión.
Las dinámicas familiares, laborales y sociales pueden verse enormemente beneficiadas cuando dejamos de proyectar sobre los demás nuestros miedos, frustraciones y carencias. En lugar de buscar culpables, podemos centrarnos en construir puentes a través del perdón y la comprensión mutua. Solo así lograremos relaciones más saludables y armoniosas.
Lo que sembramos en el mundo es lo que cosechamos. Cuando andamos a la defensiva con el mundo, el mundo responde a la defensiva con nosotros. Si no, inténtelo. Mañana, tome la decisión de andar con una sonrisa y verá cómo las personas le responderán con otra sonrisa. Una amiga que andaba en Alemania me comentó luego que los alemanes le cayeron muy bien, porque todo el mundo le sonreía en la calle. Claro, las personas son el espejo de lo que les transmitimos.
Eckart Tolle dice que no podemos esperar que las calles estén limpias si andamos cargando un montón de basura por dentro. ¿Cómo vamos a cuidar del planeta si no nos cuidamos a nosotros mismos?
A veces, quienes defienden una causa terminan sembrando odio y rencor, lo cual provoca lo opuesto a generar apertura y aceptación de la contraparte. Vemos esta inmadurez emocional reflejada hasta en nuestros gobernantes. Creamos guerras ideológicas y religiosas en vez de buscar puntos de consenso.
La desconexión con la naturaleza es uno de los mayores desafíos que enfrentamos como sociedad. Vivir de manera sostenible y respetuosa con el planeta no solo es una cuestión ética, sino de supervivencia. Sanar la relación con nuestro entorno implica reconocer nuestra responsabilidad en la conservación y el respeto de la tierra que nos nutre.
Esto incluye adoptar prácticas sostenibles en nuestra vida diaria, desde la reducción de residuos hasta el consumo consciente, pasando por la promoción de políticas que favorezcan la protección del medio ambiente. Al sanar nuestra relación con el entorno, estamos no solo protegiendo el futuro de las generaciones venideras, sino también contribuyendo a nuestra propia salud y bienestar.
Sanar la relación con uno mismo es el primer paso hacia la verdadera libertad. A partir de ahí, podemos construir relaciones más auténticas, un entorno más respetuoso y una sociedad más compasiva. En estos tiempos de grandes desafíos, este proceso no solo es urgente sino necesario para la evolución de la humanidad.
aimee_lb@yahoo.com
Aimée Leslie es gestora ambiental y doctora en transiciones hacia la sostenibilidad.