La premisa de fondo sobre los aciertos y desaciertos de la ley de alfabetización digital es la necesidad de conectividad en todo el país. La mayoría de los análisis se enfocan en la política pública y no en lo educativo, aunque es ese sector el que solicita la promulgación de la ley por indispensable.
Como solución a la crisis educativa, se ha planteado como condición sine qua non la conectividad y un dispositivo para eliminar las desigualdades existentes; sin embargo, debe introducirse de manera planeada y estratégica.
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Para conseguir un impacto positivo, lo propuesto debe ir acompañado de una campaña cuidadosamente articulada para informar y guiar a los estudiantes a fin de prevenir el sobreuso y el mal uso de la herramienta.
Las pantallas no son la solución mágica que rescatará el sistema educativo. La virtualidad no reemplaza la presencialidad cuando se trata de estudiantes en proceso de maduración cerebral, etapa que se completa alrededor de los 25 años.
El primer factor por considerar es el tiempo; reemplazar horas de interacción real por horas sentados enfrente de una pantalla no es un cambio parejo ni justo. ¿Cómo y quién va a fiscalizar la cantidad de horas frente a la pantalla después de que termine la lección virtual?
La Academia Estadounidense de Pediatría establece una hora supervisada enfrente de la pantalla para estudiantes en edad preescolar, entre una y dos horas para quienes cursan la primaria y dos horas para estudiantes de secundaria.
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La sobreexposión trae consigo serios riesgos físicos, socioemocionales y psicológicos. Por otro lado, la falta de acompañamiento lleva al mal uso de pantallas, como visita a sitios de pornografía y contacto con personas desconocidas.
Por estos motivos, el acompañamiento por medio de guías y talleres para dar a conocer el uso adecuado de las pantallas y sus riesgos es vital.
Empezar por resultados deseados. Un enfoque de planificación educativa eficaz es el diseño inverso: empezar por los resultados para diseñar unidades curriculares, evaluaciones de desempeño e instrucción en el aula. ¿Cuáles son los resultados esperados al brindar la virtualidad como un componente permanente de la oferta educativa?
Para la mayoría de la población, migrar a la educación virtual, que en muchos casos fue educación a distancia por falta de equipo, constituyó la única opción durante la pandemia. Hubo iniciativas y material de apoyo para facilitar la transición.
Uno de ellos fue un video en YouTube titulado Reglas del aula digital, destinado a enseñar a los alumnos la etiqueta para el aprendizaje virtual en la era de la covid-19.
En el artículo Distance Learning, With Shades of Big Brother, Carina Chocano mostró en la revista del New York Times cómo algo tan simple como un video origina reflexiones significativas sobre la educación virtual.
A primera vista parece inofensivo y hasta gracioso; organizado en un formato básico acerca de lo que es aceptable y lo que no, enseña también estrategias correctas e incorrectas para asistir a la escuela mientras se quedan en casa.
En el análisis, la autora plantea que la niña en el video está demostrando cómo realmente se espera que los pequeños estudiantes se comporten en las clases virtuales, como adultos, con el propósito de normalizar la extrañeza de la escolarización en la casa.
Con la esperanza de estar en la cola de la pandemia, la meta del país debería ser el retorno por completo de los estudiantes a las aulas. Si utilizamos el diseño inverso, es poco probable que con este objetivo en mente el plan sea brindar una pantalla a cada estudiante.
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Aprender de los expertos. Los hijos de los creadores de dispositivos no pasaron de la enseñanza presencial a la virtual. Las familias de los altos ejecutivos de las tecnológicas diseñaron learning pods, esto es, grupos pequeños de estudiantes, generalmente familiares o vecinos de una burbuja social, liderados por un docente que visitaba sus hogares. En este caso, la pandemia afectó de manera positiva el aprendizaje de este grupo porque fue personalizada.
Optar por la educación presencial en vez de la virtual no es exclusivo de épocas en pandemia para este gremio. En una entrevista con Steve Jobs, después del lanzamiento del iPad, una respuesta sencilla sobre el uso por sus hijos fue muy reveladora: «No lo han usado. Limitamos la cantidad de tecnología que nuestros hijos usan en casa».
La conectividad, para abarcar todo el territorio nacional, debe seguir adelante sin abandonar el análisis cuidadoso de las implicaciones para la niñez y la adolescencia porque hay que prepararlos de la mejor manera. De la misma forma, no debería ser la única propuesta salvadora sobre la mesa.
La autora es consultora educativa.