
Una de cada dos personas se enfrenta en su curso de vida a situaciones contrarias al cumplimiento de sus expectativas reproductivas. Nos referimos a no tener hijas o hijos cuando los desea, o bien experimentar un embarazo no intencionado; incluso, es posible que una misma persona viva ambas situaciones en distintos momentos.
Esta realidad que afecta a millones de personas no se origina, como suele generalizarse, en su rechazo a la maternidad o la paternidad, sino en las barreras socioeconómicas y jurídicas que les impiden hacer realidad sus deseos. Esta es la conclusión principal del Estado de la población mundial 2025, presentado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) con el título “La verdadera crisis de fecundidad: Alcanzar la libertad reproductiva en un mundo de cambios”.
Mediante una encuesta realizada en 14 países, que representan la tercera parte de la población mundial, se buscó responder la pregunta: ¿con qué frecuencia se hacen realidad (o no) las aspiraciones en materia de fecundidad y cuáles son sus determinantes?
Los resultados de esta investigación nos alejan de explicaciones simplistas y narrativas revisionistas de los avances en la igualdad de género. En su lugar, el informe trae luz sobre complejas causas estructurales que inciden en el devenir reproductivo de las personas, y promueve incorporar una visión poblacional de largo plazo, que articule las políticas sanitarias, económicas y sociales. Este enfoque es determinante para una sociedad que transita una ultrabaja fecundidad, como la costarricense.
Fecundidad y sus determinantes en cifras
Dos de cada 10 personas creen que no les será posible alcanzar el tamaño de la familia que desean, a pesar de que más del 50% aspiran a tener dos o tres hijos e hijas. Alrededor de un 40% reportaron enfrentar limitaciones financieras como su principal barrera para alcanzar dicha aspiración. La segunda dimensión mencionada es el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva, incluidos los tratamientos de fertilidad.
También, un 20% manifiesta temor sobre el futuro, emanado de los conflictos armados, la crisis climática, la degradación ambiental y las pandemias. Además, tienen un peso significativo la poca disponibilidad o calidad de los servicios de cuidados, la poca o nula participación de la pareja en el trabajo doméstico y la crianza, entre otros factores.
A pesar de ello, al indagar sobre qué razones priman en el anhelo de la maternidad o paternidad, la motivación más reportada es la alegría. A su vez, menos personas lo hacen por razones utilitarias, como la expectativa de cuidado cuando sean mayores, de preservar el apellido, tener a quien heredar, o bien por razones religiosas, entre otros motivos.
En esta imposibilidad de cumplir su proyecto de vida está la verdadera crisis de fecundidad. La no realización de libertades individuales y aspiraciones de pareja o familia está condicionada por factores socioeconómicos y políticas que no están armonizadas con los deseos de la población.
Demografía y planificación del desarrollo
La solución real a la crisis en el ejercicio de la agencia reproductiva descansa en construir sociedades que cuiden más y mejor, que sean más igualitarias y sostenibles, y que apoyen a las personas para tener las familias a las que libremente aspiran.
El informe es claro en que las políticas imponen metas o barreras reproductivas que son inefectivas y rechazadas por la ciudadanía. Por el contrario, las políticas que expanden la libertad de decidir si se desea tener o no hijas e hijos, cuántos y cuándo tenerles, pueden facilitar las decisiones asociadas a la reproducción y la crianza.
Esto implica fortalecer la universalidad de los servicios de salud reproductiva, incluyendo los tratamientos de fertilidad; apoyar la independencia económica y habitacional de personas jóvenes; impulsar políticas laborales que incentiven el balance entre la vida familiar y la laboral; educar para un mayor involucramiento y reconocimiento de los padres en la crianza; incorporar el tema de la (in)fertilidad humana en los programas de educación integral en sexualidad; adaptar los servicios educativos a las necesidades de las familias, y contar con nuevos datos que midan la agencia reproductiva de las personas.
Este 2025, Costa Rica cumple una década desde la última Encuesta Nacional de Salud Sexual y Reproductiva. Es un desafío urgente contar con una nueva fotografía de las decisiones, comportamientos, barreras y perspectivas de su población en esta materia.
El informe deja una pregunta que debemos contestar colectivamente: ¿vamos a crear las condiciones para que quienes ansían vivir la maternidad y la paternidad sean capaces de cumplir sus objetivos de fecundidad, conservando la esperanza de un futuro propicio para ejercer sus decisiones, a la vez que se protejan sus derechos?
Ese sería un mundo que podríamos heredar con orgullo a las siguientes generaciones.
Juan Luis Bermúdez Madriz es jefe del UNFPA en Costa Rica.