
Al hablar del clima a escala global, es indispensable comprender que se trata de un fenómeno natural continuamente cambiante.
El clima del planeta obedece, en términos generales, al principio de Le Châtelier, según el cual «si un sistema en equilibrio dinámico presenta alguna alteración o modificación externa sobre alguno, varios o todos los elementos o parámetros que controlan o definen al sistema, este reaccionará hacia un nuevo estado de equilibrio, también dinámico».
Esta es la historia del clima de la tierra desde que existe la atmósfera. Las evidencias fósiles nos hablan de tiempos más calientes o más fríos en el pasado geológico, con base en el precepto básico de la geología legada por James Hutton en el siglo XVII, de que «el presente es la clave del pasado».
Los fósiles en las rocas son como palabras escritas en libros ancestrales que nos dicen mucho sobre el clima y sus cambios a lo largo del tiempo.
La físico-química de la atmósfera y de los mares, la existencia, el levantamiento y erosión de cadenas montañosas, la tectónica de placas, la actividad volcánica, la termodinámica de las corrientes marinas, el efecto de colisiones de asteroides sobre la tierra y otros muchos factores son los elementos cuya variación, aunque sea leve, origina alteraciones dinámicas en la evolución del clima en el planeta.
Estado óptimo indefinible
Durante los más de 4 billones de años de existencia de este planeta, el clima nunca ha sido «estable» por mucho tiempo. Es más, no es posible definir cuál es el estado óptimo del clima, o si existe, ¿a que deberíamos llamar un clima ideal para todos?
Existe una gran variedad de zonas climáticas muy diferentes entre sí. La de la Antártida es distinta a la Amazonía o el Sahel; sin embargo, están interrelacionadas, y todo cambio en alguna resulta en una variación en las demás.
Ninguno de los climas actuales ha sido el mismo durante mucho tiempo. Encontramos fósiles de vegetación tropical en la Antártida y abundante fauna fósil contenida en las rocas en las zonas desérticas.
Esto es precisamente lo que hace dinámica la evolución del clima. ¿Cuál de estos es el ideal? Definitivamente, el clima del Néguev no es el óptimo para fauna y flora árticas, ni los arrecifes de coral de la Gran Barrera se sentirían a gusto en el mar Báltico.
Cada especie de vida en el planeta se encuentra en constante adaptación a su medioambiente, y si los cambios en este son relativa y suficientemente graduales, las especies evolucionan y se acomodan a ellos.
La cuestión es que la geología del planeta nos enseña que ante cambios muy abruptos, repentinos o que modifiquen sensiblemente muchas variables en forma intensa y al mismo tiempo, el resultado es uno: extinción.

Fin de la vida
Durante la era Precámbrica, desde hace unos 4 billones de años hasta el período Cámbrico, el planeta experimentó por lo menos cuatro glaciaciones totales de las cuales pudo salir solo debido a actividad volcánica intensa y global. Sin embargo, este mismo tipo de vulcanismo global casi produjo la extinción de todas las especies al final de Paleozoico, hace 250 millones de años.
El cambio climático global, intenso y súbito, producido por la caída del asteroide Chicxulub al final del Cretácico, no solo extinguió a los dinosaurios, sino que casi acaba con toda forma de vida en el planeta.

Los volcanes y la actividad magmática intensa y a escala global que se da cada cierto tiempo es una de las principales causas de ocurrencia de períodos glaciares. Sin ir muy lejos en el tiempo, hace apenas unos cientos de años, la pequeña edad de hielo de la Edad Media fue casi con toda certeza causada por potentes explosiones de volcanes en Indonesia, cuyas emisiones de ceniza cubrieron el planeta con un velo reflector del calor solar que acabó por enfriar la tierra durante años.
En síntesis, y aunque el asunto da para mucho más, el calentamiento global, el cambio climático y sus consecuencias para la humanidad no deberían verse como alteraciones de una supuesta estabilidad en el clima que algunos consideran ideal en la actualidad, ya que lo único constante en el clima de este planeta es su constante evolución dinámica, es decir, su cambio hacia nuevos estados de equilibrio que, a fin de cuentas podrán ser buenos para unos y malos para otros, y si, como pareciera ser, es muy abrupto, el resultado será la extinción, como siempre lo ha sido en la historia geológica de la tierra.
El autor es geólogo.