Editorial

Editorial: ‘Vendetta’ antidemocrática en Bolivia

Con ayuda de fiscales y jueces cómplices, el presidente Luis Arce emprendió una cacería de brujas y su primera víctima es la sucesora de Evo Morales, Jeanine Áñez.

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Tras su holgado triunfo en las elecciones de Bolivia, el 17 de enero, en las que su partido, Movimiento al Socialismo (MAS), tuvo mayoría en ambas cámaras del Congreso, el hoy presidente, Luis Arce, emitió declaraciones tranquilizadoras. Aseguró que gobernaría con absoluto respeto por las instituciones democráticas, independiente de Evo Morales, quien ocupó el cargo durante tres períodos consecutivos y debió renunciar y salir del país entre protestas por unas cuestionadas elecciones en las cuales, a contrapelo de la Constitución, pretendió mantenerse en el poder cuatro años más. No pasó mucho tiempo para que esas promesas fueran violadas y el país se precipitó a una crisis política que amenaza su precaria estabilidad democrática.








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