Una inversión de $3.300 millones, como la anunciada por el conglomerado australiano Kadelco, no se concreta de la noche a la mañana. Los planes para desarrollar una planta productora de hidrógeno verde capaz de producir 50.000 toneladas anuales son una estupenda noticia, pero es muy pronto para echar las campanas al aire. Un proyecto de esa magnitud exige intenso trabajo de ambas partes: la firma inversionista y el país anfitrión.
Kadelco requeriría grandes cantidades de energía limpia a precios muy competitivos. El proyecto contempla, incluso, la creación de un puerto. En la construcción y operación intervendrían compañías nacionales e internacionales, así como empresas estatales, entre ellas el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) y la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope), cuyo papel no queda claro dado las finalidades específicas encomendadas por ley.
Los ejecutivos de la empresa, luego de reunirse con el presidente Carlos Alvarado, emitieron un comunicado donde se describe su presencia en el país como una «primera visita de exploración sobre el terreno» para «poner en marcha diálogos con las autoridades del gobierno», empresas públicas y privadas —en particular Ad Astra, fundada por Franklin Chang— e instituciones académicas como el Consejo Nacional de Rectores (Conare).
Entre los pasos iniciales está la firma de un memorando de entendimiento con el ICE para identificar condiciones de suministro eléctrico. Las dos entidades acordaron intercambiar información técnica sobre calidad, potencia, disponibilidad, contenido de carbono y estacionalidad del abastecimiento de electricidad. También previeron la cooperación para facilitar la instalación de la empresa australiana en Costa Rica.
El trabajo conjunto confirmará la viabilidad del proyecto, pero, de camino, pueden surgir obstáculos institucionales y materiales cuya remoción exija ajustes. El país debe estar dispuesto a enfrentarlos como lo hizo cuando recibió a Intel. La exitosa trayectoria de esa empresa en Costa Rica puede haber borrado la memoria de las discusiones iniciales, pero fueron muchas e intensas.
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Un informe técnico de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) titulado «Ascendiendo en la Cadena Global de Valor: El caso de Intel Costa Rica», afirma: «Cabe destacar que si bien la cantidad y complejidad de los trámites y procedimientos para el establecimiento de Intel en Costa Rica fue alta, la agilización para aprobar y cumplir con estos trámites y procedimientos fue posible gracias al establecimiento por parte de la Presidencia de la República y con el involucramiento de las instituciones públicas relevantes de un mecanismo especial, mediante el cual se designó un líder del proceso, encargado de ser el interlocutor frente a la empresa, de coordinar la labor con las instituciones estatales involucradas y, sobre todo, de generar las respuestas en tiempo a las interrogantes planteadas».
Sea Kadelco o sea alguna de las otras dos firmas interesadas en producir hidrógeno verde en nuestro país, según la información difundida por casa presidencial, la posibilidad de desarrollar el novedoso negocio amerita especial atención. Según los australianos, el proyecto pondría a nuestro país a la cabeza de la producción de hidrógeno verde en el mundo.
En cualquier caso, el país tiene condiciones para competir por la inversión de cualquier interesado en la industria. La propia Kadelco enumera las razones. Destaca el plan nacional de descarbonización porque sin abundante energía limpia no hay hidrógeno verde. También señala nuestro emplazamiento geográfico, con costas en dos océanos, la presencia de más de 400 empresas extranjeras, las oportunidades de crecimiento tras la pandemia, el nivel educativo y un tesoro invaluable para quien piense en invertir $3.300 millones en un país: la estabilidad democrática forjada con tantos años de esfuerzo.