Editorial

Editorial: Estado de desunión

Tras ser exonerado en el ‘impeachment’, el presidente Trump convirtió su informe sobre el estado de la Unión en una catapulta para agudizar divisiones.

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Desde que en 1913 el presidente Woodrow Wilson reintrodujo la práctica de comparecer personalmente ante el Congreso estadounidense para rendir el informe anual sobre el “estado de la Unión”, al que obliga la Constitución, la ocasión ha tenido un carácter solemne. Su rasgo esencial, más allá de informar sobre los asuntos del Gobierno y plantear recomendaciones legislativas, ha sido destacar la unidad nacional alrededor de aspiraciones y valores compartidos. En su tono, ha imperado el respeto a aliados y adversarios que compiten en el juego democrático, y su emblema simbólico ha sido la dignidad de la presidencia y la observancia del carácter republicano manifiesto, entre otras cosas, por la división de poderes.








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