Mauricio Claver-Carone, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), encuentra una oportunidad para Costa Rica en la industria farmacéutica y de dispositivos médicos.
Según su criterio y el de la institución, las exportaciones hacia Estados Unidos podrían crecer en $1.500 millones gracias al traslado de las cadenas de abastecimiento a países más próximos (nearshoring).
La pandemia demostró la importancia de la relocalización en una amplia gama de productos, pero en ninguno tanto como en los del sector médico.
La rivalidad comercial con China añadió impulso a la tendencia y, de acuerdo con Claver-Carone, el momento es propicio para atraer más inversión y ampliar la ya existente en territorio nacional.
Hay más de 80 compañías extranjeras productoras de dispositivos médicos en el país y muchas se manifiestan satisfechas mediante la ampliación de sus operaciones.
Baxter, empresa pionera en este campo, comenzó a finales de los ochenta con 35 personas, y hoy tiene 1.700 empleados. Otras, con menor antigüedad en el país, siguen la misma ruta. Coloplast, especializada en cuidados de ostomías e incontinencia urinaria, apenas se instaló en Cartago en el 2019 y este año inauguró su segunda planta.
El BID analizó las categorías de productos exportados con éxito desde América Latina y el Caribe en los cuales existe evidente espacio para el crecimiento.
La oportunidad de incrementar en $1.500 millones las ventas médicas de Costa Rica parte de la posibilidad de obtener apenas el 10% de las importaciones estadounidenses desde sus diez principales fuentes. Eso implica, por supuesto, un incremento de la competitividad.
El país ya demostró capacidad para responder al explosivo crecimiento experimentado durante la pandemia. Las exportaciones de dispositivos médicos aumentaron a $5.280 millones el año pasado, un 32% más que los $3.984 millones del 2020, según datos de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer).
Pero las posibilidades del nearshoring se extienden a otras industrias y las ventajas del país no se limitan a la proximidad geográfica. El movimiento de las cadenas de abastecimiento también gravita hacia países que comparten valores con los mercados de destino. Además de su clara orientación democrática y de respeto a los derechos humanos, Costa Rica ofrece al mundo una vocación ecológica ejemplar, apreciada por los consumidores de las naciones desarrolladas.
Ese conjunto de ventajas, no obstante, requiere un elemento adicional, presente en los logros hasta ahora e indispensable para los futuros: el talento humano formado para tareas de mayor sofisticación.
Refiriéndose a la industria de dispositivos médicos, Jorge Sequeira, director de la Coalición Costarricense de Iniciativas para el Desarrollo (Cinde), enfatizó esa necesidad, como lo ha hecho en relación con otras actividades: “La suma de todas las variables positivas hace que el potencial de crecimiento de esta industria sea gigantesco. Ahora, esto no nos va a llegar gratis. Debemos trabajar muy fuerte, principalmente, en el desarrollo del talento humano necesario. No son solo operarios; también supervisores, ingenieros, gente en investigación y desarrollo, o gerencias”.
La geopolítica ha ampliado las oportunidades, pero depende de nosotros ampliar la oferta. Las universidades harían bien en tomar nota de las necesidades futuras, tanto como la educación técnica.
La transformación del Instituto Nacional de Aprendizaje debe plasmarse en la práctica y la reorientación de los presupuestos universitarios hacia las carreras del campo científico, tecnológico, matemático e ingenieril ya no puede ser pospuesta.
