A menos de tres meses para las elecciones nacionales, confieso que me encuentro felizmente atascado en el peculiar segmento de los votantes indecisos decisivos.
Me refiero a ese grupo de ciudadanos que todavía no han definido a qué candidato van a apoyar, pero cuyo peso electoral representa un atractivo botín para los comandos de campaña.
Las últimas encuestas políticas indican que ninguno de los aspirantes presidenciales alcanzaría, en este momento, el 40% de los votos requeridos para ganar en una primera ronda.
También revelan que los indecisos representamos más de la mitad de los votantes y que, por tanto, la decisión que tomemos en los próximos meses definirá el resultado de los comicios.
A mi criterio, eso nos coloca en una posición ventajosa porque podremos alejarnos de las pasiones partidarias y de los embrujos personalistas para analizar las propuestas de cada agrupación.
Es previsible que la maquinaria electoral comience pronto a intensificar la propaganda, con la intención de taladrar la coraza de las personas que todavía estamos meditando el voto.
Lo anterior también nos plantea un reto: saber distinguir entre los mensajes cargados de contenido, sustancia y realismo, y los triquitraques impregnados de promesas fantasiosas y frases incendiarias.
No es tarea sencilla para nosotros los indecisos. Se requiere afinar bien los sentidos y aplicar bastante malicia, para evitar caer en la trampa de los discursos demagógicos y la campaña sucia.
Considero que con estos cuidados tendremos una buena posibilidad de apartar el polvo de la paja, para determinar qué propuesta realmente atiende o se acerca a nuestros intereses y necesidades.
¿Y qué buscamos los indecisos? Al tratarse de un grupo tan numeroso, nuestras visiones pueden ser muy diversas. Pero el hecho de que a estas alturas estemos así denota un factor común: incredulidad.
Necesitamos que los candidatos nos convenzan de que tienen ideas efectivas para resolver los problemas de inseguridad, desempleo, movilidad, listas de espera y otros que enfrentamos a diario.
Hoy, abrazo con ilusión la etiqueta #YoSoyIndeciso, porque espero tomar una decisión informada antes del domingo 1.° de febrero. La ventaja es que ya tengo algún camino andado, porque ya sé por quiénes no voy a votar.

