En la reciente conferencia de Naciones Unidas sobre los océanos (UNOC 2025) tuve la agradable oportunidad de conocer a varios costarricenses comprometidos con la protección de nuestros recursos marinos.
Es curioso que haya tenido que ir hasta Niza, en Francia, para “descubrir” parte de la quijotesca lucha que libran funcionarios públicos, científicos, activistas y fundaciones privadas en favor del océano.
Son personas muy preocupadas por el impacto que el cambio climático, la contaminación, la pesca ilegal, la explotación petrolera y otras amenazas pueden causar en el delicado equilibrio de los ecosistemas.
Muchos de ellos, lejos de quedarse con los brazos cruzados en un escritorio, se las ingenian para conseguir recursos que permitan desarrollar diversas iniciativas en zonas protegidas, comunidades costeras y foros internacionales.
Sus proyectos van desde investigaciones para tener una mejor comprensión sobre la riqueza que habita las profundidades, hasta programas de reciclaje y talleres para mejorar las prácticas de pescadores artesanales.
Es alentador saber que en el país hay personas enroladas en la causa del mar, en momentos en que el presidente Rodrigo Chaves emite tantas señales contradictorias sobre esta materia.
En la sesión inaugural de la UNOC 2025, Chaves se ufanó al presentar a Costa Rica como un ejemplo para el mundo en materia de conservación ambiental y, en nombre de ese ejemplo, instó a "declarar la paz con los océanos".
Efectivamente, el país ha venido dando pasos en firme para proteger su riqueza natural, pero varias actuaciones de la presente administración apuntan en una dirección contraria a lo que se dice en los discursos.
De hecho, durante la conferencia de Naciones Unidas, Chaves concedió una entrevista a la Radio Francesa Internacional (RFI) en la que volvió a dejar abierta la puerta para la exploración petrolera en el país.
Además, su gobierno ha intentado revivir la cuestionada pesca de arrastre y aplicó un recorte presupuestario que amenaza con causar el cierre técnico del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) en 2026.
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Recordemos, además, los polémicos permisos otorgados para destruir bosques y cuerpos de agua protegidos en el Refugio Nacional Gandoca-Manzanillo, en Limón, y en el corredor biológico Paso La Danta, en Quepos.
Ambos casos salpican a Casa Presidencial por la cercanía de algunos de sus protagonistas. Nada de esto se mencionó en los actos protocolarios de la UNOC 2025, pero los hechos dejan un océano de dudas.
