La noticia que acaparó los titulares poco después del histórico triunfo de la Selección Femenina de España en la Copa Mundial fue la controversia alrededor de un beso no consentido de Luis Rubiales, presidente de la Federación, a la jugadora Jenni Hermoso.
No había escrito sobre el tema, pues ingenuamente creí que los esfuerzos de justificación y defensa de la acción por parte de Rubiales, con argumentos que más bien constituían nuevos actos de violencia, hacían pensar que terminaría en una decorosa renuncia o en una inmediata destitución, pero, por el contrario, una semana después, la historia continúa y Rubiales, pese a múltiples solicitudes de dimisión, se mantiene en el puesto.
La FIFA ha sido pusilánime con un inicial guiño a una defensa victimista y cómplice, al penalizarlo con una permisiva suspensión de 90 días, y tal parece, y ojalá así sea, que pueda recapacitar finalmente y proceder con una sanción más severa, lo que sería muy positivo.
Es triste que una gesta heroica, como lo es la victoria en un campeonato mundial, se vea nublado por una acción de violencia contra una jugadora por la máxima autoridad del fútbol español, el presidente de la Federación. Hay que luchar para que la acción no caiga en la impunidad y celebrar que las organizaciones de jugadoras, asociaciones deportivas y el gobierno hayan tenido una clara voz de oposición hacia un acto de violencia no consentido, ni a su banalización o “normalización”.
El asunto va mucho más allá, pues el agresor se presenta frente a los medios como “vulnerable y víctima de agresión”, típico de los círculos de violencia, a lo que dichosamente la España campeona le dice que lo correcto es renunciar.
El caso es revelador y se convierte en un duro pero necesario precedente, pues algo que se quiere plantear como un “beso consentido” a vista de una audiencia global se convierte en un fuerte símbolo y no en un acto insignificante (como lo quiere vender el agresor), se debe reafirmar que un beso no consentido es un acto de violencia.
Lo poderoso es no validar ni normalizar la acción, un legado inesperado de las campeonas de la Selección española. Triste lo sucedido, pero celebro el precedente y estoy segura de que la dimisión o destitución de Rubiales es la única opción.
Nuria Marín Raventós es licenciada en Derecho por la Universidad de Costa Rica y máster en Artes Liberales por la Universidad de Harvard. Cofundadora y vicepresidenta del grupo empresarial Álvarez y Marín Corporación, fue mujer empresaria del año en el 2011 y recibió el Premio Alborada del Programa para el Desarrollo de la Mujer Empresaria de la Cámara de Comercio de Costa Rica. Es profesora, analista, conferencista y miembro del Advisory Board del Wilson Center en asuntos para América Latina.