Columnistas

Sobre la voz de los sin voz

Lo que empezó como reconocimiento de un acto heroico ha terminado banalizándose como recurso de cualquier operación de ‘marketing’. Se le quita la sustancia y queda el cascarón

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Monseñor Romero, arzobispo de El Salvador, fue asesinado en 1980 por un escuadrón de la muerte. Fue llamado “la voz de los sin voz” porque denunció las atrocidades cometidas por militares contra gente sencilla del pueblo. Tantas décadas después, aún recuerdo el discurso en el que dijo: “Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios… Les ordeno: cese la represión”.








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