Tengo por costumbre conservar anotaciones mías o ajenas sobre lo que observo, escucho o leo; supongo que para olvidar lo menos posible. A veces lo hago con las palabras más crudas, porque pienso “que las palabras no sienten vergüenza y nunca se sorprenden”.
Apunté, por ejemplo: tal vez las actuales guerras se van a terminar pronto, pero a continuación vendrán otras. ¿Cuándo llegará nuestro turno de ser parte del frente? Confiamos en que eso no va a pasar, sumamos esta aspiración a nuestro himno y la consagramos como derecho fundamental; pero, ¿quién sabe?
Añado ahora: ¿seguimos siendo un país pacífico, o empezamos a enseñarnos los dientes, al menos entre nosotros? Las habilidades de quienes participan en el juego político, ¿están persuadidas de que ser pacíficos conviene y se proponen llevarlo a la práctica, o desbaratarlo todo es el límite de su intención o su talento? A propósito, anoté algo que declaró a un medio de prensa extranjero un juez retirado de la Corte Suprema de Estados Unidos, refiriéndose a la conservación de la democracia en su país: “Si queréis que el experimento funcione, lo mejor es empezar por hablar con la gente con la que no estéis de acuerdo”. Me pareció tomado del manual del buen político.
Muy a tono con los tiempos que corren, recita un conocido actor en una película que no acabé de ver: “Un rumor no desmentido es un hecho”. Pero, actualmente, ¿tiene efectos reversibles el desmentido? Antes, al menos en los pueblos, todos nos conocíamos: a propósito, escribí que en los pueblos cada uno era para los demás como una biografía ambulante. Pero hoy ya no se trata de qué creer, sino de a quién creer. ¿Será cierto que lo más verdadero se calla? A continuación consigné, sin que viniera al caso pero con optimismo, que es muy improbable que las cosas salgan bien si algunas no salen mal.
En esas estaba cuando se supo de un caso grueso de indisciplina deportiva, y saberlo coincidió con un texto de Leila Guerriero: “Pero todo eso de que no se puede tomar alcohol ni fumar, y que hay que cuidarse y trabajar el cuerpo, no hay que verlo como un sacrificio. Es simplemente lo que hay que hacer si uno quiere lograr algo”. En el fútbol lo mismo que en el malambo, baile folclórico argentino.
Carlos Arguedas Ramírez fue asesor de la Presidencia (1986-1990), magistrado de la Sala Constitucional (1992-2004), diputado (2014-2018) y presidente de la Comisión de Asuntos de Constitucionalidad de la Asamblea Legislativa (2015-2018). Es consultor de organismos internacionales y socio del bufete DPI Legal.
