“Necesitás a alguien como Evangelina García Prince”, era la unísona respuesta a quienes pedí consejo, como primera presidenta de ALAS, la asociación de empoderamiento de mujeres. Luego de un año de estudios, sabíamos que para hacer la diferencia en la vida de las mujeres como queríamos, debíamos encontrar a la mejor. Su paso por Costa Rica fue clave en los 90 para una generación que luego se convertirían en las actoras políticas de primera línea: ministras, viceministras, presidentas ejecutivas y alcaldesas, entre otras, de ahí la recomendación.
La estrella estaba de nuestro lado. Por el deterioro de los partidos políticos en su natal Venezuela, Evangelina estaba trabajando en las mismas áreas que ALAS pretendía abordar: el empoderamiento personal, profesional y económico de las mujeres. El problema era cómo traer a Evangelina si no había vuelto a Costa Rica en casi 20 años. Coincidentemente, Maureen Clarke, entonces ministra de la Condición de la Mujer, me informó de que Evangelina vendría para el sexagésimo aniversario del ejercicio del voto femenino y se le haría un merecido reconocimiento, a lo cual respondí: “Necesito solo 10 minutos con ella”.
En un pasadizo del hotel Costa Rica, junto con Helena Baruch y Raquel Rochwerger, la convencimos con nuestra pasión y amor al proyecto de que volviera a Costa Rica. Ese sería el primer paso de una década de amistad y de trabajo por nuestras mujeres. Gracias a su sabiduría y enseñanzas empoderadoras, una vez más ayudó a conformar una nueva generación de “evangelizadas”, quienes son hoy presidentas de cámaras, lideran emprendimientos empresariales o sociales, son brillantes artistas o destacadas profesionales.
Como nunca olvidó su veta política, junto con ella apoyamos bastantes lideresas de todos los partidos políticos y muchas están en altos puestos en los gobiernos locales, en la Asamblea Legislativa o en ONG.
Confieso con gran humildad y gratitud que cuando llegó a mi vida me creía una mujer empoderada; sin embargo, bajo su mentoría me mostró nuevos y más altos horizontes del poder personal. Para mí, hay un antes y un después de Evangelina. Esta semana, falleció con el corazón roto por su amada Venezuela. Nunca cesó de recordarnos cuán afortunados somos y cómo tenemos la responsabilidad de trabajar por nuestra democracia.
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La autora es politóloga.