Lo que el legislativo nos legó este año, la covid-19 nos lo quitó: al trasladar el feriado del 1.° de diciembre al 30 de noviembre, con la buena idea de incentivar el turismo nacional, la celebración de la abolición del ejército no se llevó a cabo como lo merece.
Mediante la Ley 9803 la Asamblea Legislativa hizo justicia a nuestra memoria histórica, al declarar el 1.° de diciembre Día de la Abolición del Ejército, magna y sabia decisión tomada en esta fecha en 1948 por la junta liderada por José Figueres Ferrer, nuestro querido don Pepe, declarado la más importante figura del siglo XX en nuestro país.
¿Y por qué es importante esta decisión? Porque a partir de esa fecha todo costarricense, independientemente de su condición social, sabe que no tendrá que empuñar un arma y que su libertad y derechos estarán resguardados por el Estado de derecho, por la institucionalidad y el derecho internacional.
Sabe, también, que los siempre escasos recursos del Estado serán destinados al bienestar del mayor número de personas. Así, la inversión en educación y en la salud de los costarricenses debe ser el norte y la piedra angular de un Estado social de derecho, decisiones que afincaron los pilares del ADN nacional, como son la paz y la vida en democracia.
Una decisión que se nutrió de tristes y lamentables capítulos latinoamericanos, en donde el poder castrense se prestaba a la violación de derechos humanos, a la ruptura del orden constitucional en varias formas, a la imposición de líderes no elegidos democráticamente y ni que decir de las historias de corrupción. El ejemplo más reciente de esto último es lo que ocurre en Venezuela.
Llamada a celebrarse con bombos y platillos en escuelas y colegios, en los centros de trabajo e instituciones públicas, la covid-19 nos negó esta linda oportunidad porque los menores estaban recibiendo la educación a distancia y, debido a los nuevos aforos, una amplia mayoría siguió trabajando en sus hogares.
Difícilmente hay mejor forma de concluir que con la frase pronunciada por el filántropo y político japonés Ryoichi Sasakawa, durante una visita a la Universidad para la Paz: «Dichosa la madre costarricense que sabe que su hijo al nacer jamás será soldado».
La autora es politóloga.