Costa Rica es un ratón con cabeza de león. Uso este símil para decir que nuestro país es una de las naciones de América Latina con la mayor centralización territorial de su vida económica y social. Vean ustedes: por encima del 80% de la producción se realiza en la región central y más del 70% de la población nacional reside ahí. Las otras cinco regiones en las que el país se divide, según el Ministerio de Planificación, son verdaderos enanos. Representan, cada una, entre el 4% y el 6% de la economía y la población. En conjunto, aunque comprenden casi dos terceras partes del territorio nacional, apenas rozan la quinta parte de la producción nacional.
Uno de los problemas de este verdadero monopolio territorial son los mecanismos de reproducción ampliada de esa centralización. Lo dije en “cuti” para fachentear, pero la idea que quiero plantear es sencilla. Desde que el gran Newton postuló la ley de la gravitación, sabemos que las masas grandes tienen más poder de atracción que las masas pequeñas. La región central opera como un imán cada vez más poderoso que atrae cada vez más inversiones, empleos y población, despelucando a las regiones pequeñitas. En vez de cerrarse las brechas, la tendencia natural es que se sigan ampliando.
El poder de imán es también alimentado por la política. Ahí donde están los votos, está el interés de los políticos y las instituciones públicas. ¿Por qué? Porque los mercados políticos más grandes tienen más peso e influencia y porque ahí están asentados los centros de toma de decisiones. Una cosa es un bloqueo en “Guacalito de no sé dónde” y otra, uno a la Casa Presidencial por los vecinos de Zapote que viven a escasos metros de ella.
El Estado costarricense ha promovido, por acción u omisión, este gran desbalance. Ha puesto “curitas” para disimular las vergüenzas, como las instancias de planificación regional (sin dientes), programas de pequeña escala de diversa índole y ayudas sociales con enfoque territorial. No ha elaborado políticas regionales, con excepción de lo publicado por Mideplán en 2021, ya archivado, donde se delineaban polos de desarrollo regional con una perspectiva de largo plazo. Ahora, que estamos perdiendo las zonas costeras y fronterizas a manos de actores del crimen organizado, resulta de gran importancia pensar en los modos de romper el monopolio de la región central sobre el desarrollo del país.
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Jorge Vargas Cullell es sociólogo.