
En Costa Rica, la democracia no nació por casualidad ni se ha sostenido por inercia. Es el resultado de años de participación, diálogo y respeto a las diferencias entre las personas. Es un pacto entre quienes gobiernan y quienes son gobernados; un acuerdo que se renueva con nuestros votos cada cuatro años y que debemos mantener vivo con nuestras acciones diarias.
Ante la llegada de un nuevo gobierno, hago un vehemente llamado para que las nuevas autoridades nunca olviden que la democracia fue la que les abrió las puertas del poder; que cada decisión, cada política y cada palabra que emitan lleve consigo el eco de la confianza ciudadana depositada en ustedes, pero ante la cual deberán rendir cuentas.
Triunfar en las urnas es solo el comienzo, el verdadero reto es gobernar para toda la ciudadanía, incluidas las personas que marcaron otra casilla en la papeleta.
Por eso pido que el futuro gobierno sea un promotor de esa misma democracia que lo hace posible; que escuche antes de imponer; que dialogue antes de decidir, y que construya en lugar de dividir. Pido que recuerde a diario que el poder no se hereda ni se impone, se administra temporalmente en nombre del pueblo que lo eligió.
Se necesitan más puentes y menos muros, más conversación y menos confrontación. El país no avanza cuando se silencian las voces disidentes ni cuando se gobierna desde la trinchera. Avanza cuando el respeto, la transparencia y la empatía marcan el rumbo de las políticas públicas.
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A quienes asumirán las riendas del país, les pido que su legado no sea solo el de un gobierno eficiente, sino el de uno profundamente democrático. Uno que no tema rendir cuentas, que entienda la crítica como una oportunidad de mejora y que actúe con la convicción de que la democracia no es un logro estático, sino una tarea diaria que los hace costarricenses.
Pido que la nueva administración recuerde siempre que fue la voluntad del pueblo la que la llevó hasta ahí, y que, por respeto a esa voluntad, gobierne no solo desde el poder, sino desde la humildad de servir.
Si algo ha sostenido a Costa Rica en los momentos más difíciles ha sido precisamente eso: una fe compartida en que, pese a todo, la democracia sigue siendo el único camino.
Henry Campos Navarro es estudiante de Computación en la Universidad de Costa Rica (UCR).