Nuevos y complejos desafíos enfrentan hoy los adolescentes y jóvenes, los cuales se suman a los preexistentes, como las grandes debilidades educativas en lectoescritura, matemáticas, idiomas, arte y deporte, tecnologías, formación técnica e infraestructura, que convergen para tener una expulsión escolar en secundaria que ronda el 57% de los estudiantes.
De acuerdo con la OCDE, Costa Rica ocupa el tercer deshonroso lugar de jóvenes de 15 a 29 años que no estudian, ni trabajan, ni reciben formación. Del 43% que termina secundaria, el 39% accede a educación superior y solo el 30,3% de las personas de 25 a 34 años se gradúan en una universidad, siendo el promedio de la OCDE de 47%. Llegar a esta cifra, con el retroceso educativo actual, que requiere de urgentes correcciones y mejoras desde preescolar, representa un enorme esfuerzo intencionado de elevar la calidad de la educación, lo que puede llevar décadas.
Primer desafío: el fentanilo
En esta difícil coyuntura, surgen nuevos desafíos para adolescentes y jóvenes, que atentan contra su calidad de vida y sus oportunidades. Un primer desafío es el fentanilo. Si ya las drogas como la marihuana, la cocaína, la ketamina y otras sustancias sintéticas representan un grave problema en crecimiento, se suma una droga con gran poder adictivo y de riesgo para la vida.
El fentanilo es un opioide sintético, 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más potente que la morfina. Se le conoce como la droga zombi, dado el impacto que produce en la persona. Una dosis de 2 miligramos es letal. No requiere sembradíos como coca o amapola y la producción puede darse en modestos locales. En promedio, un kilo puede costar $800 y de ahí se obtienen hasta 400.000 pastillas que en Estados Unidos son vendidas a $3 cada una.
En Costa Rica se decomisaron, en noviembre de 2023, los primeros 103 gramos de fentanilo, en Tibás.
El vapeo, segundo desafío
Un segundo desafío es el vapeo. Las tabacaleras crearon un nuevo producto orientado al consumo de la población joven, con características que lo hacen atractivo: vapear con diferentes colores y sabores
El uso de vapeadores puede ocasionar una lesión pulmonar que se conoce como Evali, por sus siglas en inglés. Su nombre extendido es “Lesión pulmonar asociada al uso de cigarrillos electrónicos o vapeo”, y es una enfermedad respiratoria grave.
Los productos utilizados para vapear generan inflamación pulmonar, independientemente de si contienen nicotina o no. La mayoría de los líquidos para vapear contienen sustancias como propilenglicol y glicerol como ingredientes básicos que crean el vapor. Es frecuente que se le agreguen saborizantes artificiales, nicotina, tetrahidrocannabinol THC (marihuana) y aceite de cannabinoide (CBD). Investigadores han vinculado también el acetato de vitamina E, una forma sintética de vitamina E presente en algunos productos de vapeo con THC, con la Evali.
Los primeros casos de esta enfermedad se vieron en Estados Unidos en 2019; hubo 2.290 casos registrados y se produjeron 47 muertes ese año.
En Costa Rica, va en aumento el número de casos de jóvenes atendidos en la CCSS por problemas relacionados con el vapeo: 79 casos en 2022, 1.791 en 2023, 3.490 en 2024, y en 2025, ya se han registrado 1.153 atenciones.
El primer caso de Evali en Costa Rica se dio en noviembre de 2023, en un adolescente de 16 años que tenía tres meses de vapear todos los días, a escondidas de sus padres. Estuvo hospitalizado en una unidad de terapia intensiva durante casi un mes con ventilación mecánica asistida.
Los retos de la inteligencia artificial
Un tercer desafío es la inteligencia artificial (IA), la cual, sin la menor duda, incorpora opciones y posibilidades positivas y negativas, todavía no valorables en toda su magnitud.
La IA representa un riesgo de pérdida de trabajos; sin embargo, puede ser sustitutiva y complementaria, lo que hace imperiosa la necesidad de modernizar la educación.
Tiene la capacidad de creación de armas, de vigilancia y de la pérdida de contacto humano, incremento de la desigualdad y otros efectos más impredecibles. En Estados Unidos, en 2024 se dio un suicidio de un adolescente mediado por un personaje realista generado por IA y, además, se ha acusado a la plataforma por abuso sexual y emocional por medio de chatbots, entre ellos Character AI (personajes) y Undress AI.
Por otro lado, a nivel social, la IA podría abordar desafíos como el cambio climático mediante el uso más eficiente de los recursos, brindar acceso a la educación a más personas, mejorar la atención en salud y en transporte, y mejorar las capacidades predictivas de las empresas y los gobiernos.
El tema de la IA requiere ser discutido y analizado. Pero es poco o nada lo que en Costa Rica estamos haciendo en este sentido, sobre todo en medio de la gran crisis educativa que vivimos. Esto plantea un enorme reto país.
La Iglesia católica, que en determinados momentos históricos ha sido un escollo para el avance científico, en la actual coyuntura del desarrollo de la inteligencia artificial, ha planteado cuestiones éticas y morales que no pueden pasar inadvertidas. Este mes, en la Conferencia de Roma sobre inteligencia artificial, convocada por el Vaticano, el papa León XIV insistió en la necesidad de salvaguardar la dignidad inviolable de toda persona humana y respetar la riqueza y la diversidad cultural y espiritual de los pueblos del mundo.
La esperanza expresada por el Papa es que cualquier decisión sobre IA se tome en el contexto de un necesario “aprendizaje intergeneracional”, que ayude a los jóvenes a integrar la verdad en sus “vidas morales y espirituales”, preparándolos para “decisiones maduras” y para construir un mundo más solidario y unido.
Redes sociales y salud mental
Finalmente, un cuarto desafío son las redes sociales y su relación con la salud mental de adolescentes y jóvenes.
La exposición a pantallas desde la primera infancia genera interacciones difíciles de comprender entre el niño y los estímulos visuales y auditivos, y condiciona respuestas erráticas ante el exceso de estímulos sensoriales. Es lo que conocemos como exposición prematura a la vida online, que sin duda impacta el proceso de maduración cerebral y las respuestas ante el medio en el que convive el niño.
Muchas veces, los trastornos del comportamiento y del sueño, los retrasos en el desarrollo, la futura agresividad y trastornos del ánimo tienen su origen en esta etapa y se asocian con la exposición a pantallas y a la cada vez más frecuente carencia del juego libre.
La situación puede agravarse en la adolescencia, cuando la exposición a las pantallas se vuelve más sofisticada. La inmediatez es uno de los mayores atractivos para la población adolescente, que accede a las pantallas por horas y horas, lo que, en muchos casos, genera una conducta adictiva.
Además, esta práctica favorece el aislamiento y, por lo tanto, tiene un impacto negativo en la adquisición de habilidades sociales. Las redes sociales son, además, un instrumento para el bullying y la afectación de la autoestima de aquellos que no se sienten reconocidos en este ámbito.
La combinación de todos elementos descritos ha ocasionado una verdadera crisis en la salud mental de adolescentes y jóvenes, reflejada en el número creciente de menores con ansiedad, depresión, trastornos de la alimentación y conductas violentas.
Ante estos desafíos, la evidencia nos muestra que adolescentes y jóvenes han sido abandonados por las instituciones que deberían garantizar su protección y el derecho a un desarrollo saludable.
El coctel es sumamente preocupante: un sistema educativo público expulsivo y con un deterioro acelerado de la calidad; un sistema de salud que perdió el norte en promoción, prevención y atención temprana de adolescentes y jóvenes y que explica la morbilidad y mortalidad que hace colapsar los servicios de salud; un sistema de protección desbordado ante la demanda, y un sistema familiar debilitado por diversas razones, que se ha vuelto incapaz de dar respuesta a las necesidades de muchos adolescentes y jóvenes vulnerables.
Como nunca antes, urge que estén en discusión diversas políticas públicas centradas en el bienestar de la familia y la población adolescente y joven. Sin embargo, y a pesar de los múltiples diagnósticos, esta posibilidad no aparece en el horizonte.
Si como sociedad ya llegamos tarde, falta el último empujón de irresponsabilidad política para generar el caos.
morabecr@gmail.com
Alberto Morales Bejarano es pediatra; fue fundador de la Clínica del Adolescente del Hospital Nacional de Niños y su director durante 30 años.

