Curiosamente, el cambio ha sido radical. Usando un parangón con el fútbol, que siempre facilita ejemplos, pasó de ser el árbitro que pasaba por el partido de una manera silenciosa garantizando la pureza del proceso, a ser casi el guardameta de una portería a la que algunos le disparan cuanto balón tengan a su alcance, lo que lo ha convertido en un operador destacado del encuentro.
Llama la atención que la mayoría de los ataques provengan de una fuerza política que hace cuatro años carecía de miembros de mesa y fiscales, y que resultara ganadora gracias a que así lo garantizó el TSE, al cuidar los votos emitidos que le dieron un resultado favorable. Dicha labor, en el esquema conceptual del proceso electoral, les correspondía a los fiscales partidarios, pero, ante su ausencia, el Tribunal realizó esa tarea, como debía ser y lo manda nuestra organización democrática.
Ante esta coyuntura, el TSE ha reaccionado de una manera proactiva, defendiéndose y teniendo voceros como don Gustavo Román y don Andrey Cambronero, quienes han salido al paso de las críticas con explicaciones y al paso de los ataques con respuestas. Celebro esta posición, porque en la era de las redes sociales, hay que hacer algo más que conformarse con la máxima de que “los jueces hablan a través de sus sentencias”. Instituciones como el TSE y el Poder Judicial deben tener una comunicación y una presencia pública en su defensa.
Sí creo que, en la coyuntura actual, el Tribunal podría posponer diligencias por beligerancia política contra candidatos que se han postulado a las elecciones en febrero y retomarlas una vez terminado el proceso electoral. Lo anterior, porque estos procesos, en media contienda, pueden distorsionar la imagen pública del procedimiento.
Pero lo que está claro es que es deber de todos defender al TSE y el proceso electoral. Nos interesa a todos y más a quienes puedan resultar ganadores.
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Nuria Marín Raventós es politóloga.