Mi papá siempre admiró la idiosincrasia del costarricense, pero desde su óptica de migrante una vez me confesó que sentía que habíamos perdido “el gusto por lo bonito”. ¡Cuánta razón tenía!
Los signos de deterioro saltan a la vista con tanta basura en áreas públicas, tantos remiendos en calles, tantos parques enmontados, tanta infraestructura mal hecha y tantos servicios deficientes.
Por ello, hoy les vengo a proponer una idea para tratar de frenar esta ruta decadente. ¿Y qué tal si creamos la figura del gestor de detalles tanto en el sector público como privado?
Mi propuesta es asignarle a alguien la tarea específica de identificar y corregir aquellos errores, chambonadas y descuidos que impactan la calidad de vida de los ciudadanos.
Tendría que ser como una especie de capataz investido de poder y recursos para atender todo ese montón de detalles que la sociedad hoy prefiere dejar a la mano de Dios.
Cuán diferente sería el paisaje urbano si alguien estuviera siempre al pendiente de evitar que bolsas, escombros, electromésticos y ramas de árboles se acumulen en aceras, lotes y zonas verdes.
Qué imponentes se verían puentes, rotondas y pasos elevados si alguien se encargara 24/7 de cortar maleza, recoger basura, borrar grafitis, pintar barandas y reponer señalización dañada.
Qué bonito sería ingresar a edificios públicos en óptimo estado donde alguien vigile a diario que al usuario se le brinde una atención cordial, eficiente y humanizada.
También sería muy útil que las empresas asignaran a una persona la tarea de velar por la satisfacción plena del cliente y la calidad total de los productos que ofrece.
Considero que este gestor debe ser un “majadero” compulsivo, en el mejor sentido de la palabra. O sea, alguien solo enfocado en detectar problemas y en persistir hasta que se resuelvan.
En el perfil del puesto yo remarcaría varias características esenciales: 1- Enemigo del desorden. 2- Constante. 3- Minucioso y perfeccionista. 4-Creativo. 5- Con buen gusto
Alguno podría considerar que mi propuesta es ingenua, ridícula o innecesaria, debido a que actualmente hay funcionarios y oficinas que se encargan de esas tareas.
Sin embargo, con todo respeto, tal parece que estas personas están en vacaciones permanentes, tienen pereza o están pintadas en la pared, a juzgar por la decadencia que nos rodea.