
No quiero discutir sobre temas polémicos colocados en la agenda para crear división; quiero escuchar propuestas integrales sobre salud, educación y seguridad.
Desde niña he disfrutado el periodo electoral. Siempre me gustó ver la propaganda de las candidaturas, escuchar sus propuestas y observar los debates. Sin embargo, con los años, esto ha ido cambiando un poco; ahora identifico en mí y en mis amistades una emoción que antes no estaba: el miedo.
Ahora, cada vez que se acercan los comicios, me pregunto qué tema se pondrá sobre la mesa para polarizar aún más al país y trato de adivinar cuál de los derechos humanos se utilizará como moneda de cambio para conseguir el apoyo de determinados sectores.
Ya no quiero sentir más miedo. Quiero vivir un proceso electoral que no se centre en polémicas que acaparen la conversación y nos distraigan del diálogo real. Quiero que eviten antagonizar a grupos sociales para fomentar odios y resentimientos, y que dejen de reducir los problemas a causas simplistas.
Deseo ver candidaturas que discutan soluciones reales frente a los alarmantes datos que expuso el X Estado de la Educación: la inversión en educación experimenta su peor caída en los últimos 40 años, y hay graduados de secundaria que llegan a la universidad con un nivel de comprensión lectora equivalente al de un escolar de tercer grado.
También espero que se propongan soluciones integrales y no solo punitivas para la ola de violencia que vive el país, una crisis que nos hizo tener, al 28 de octubre, 730 homicidios, según datos del Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
Ansío, además, escuchar estrategias para resolver la crisis de especialistas y las listas de espera en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS)
Los debates, las discusiones y los desacuerdos entre candidaturas y ciudadanía enriquecen la fiesta electoral, siempre y cuando estén fundamentados en datos y no en mentiras o verdades a medias que buscan dividir al país.
En el 2022, hubo un 40% de abstencionismo en la primera ronda de las elecciones. Este dato debería ser un llamado de atención a las personas aspirantes a la presidencia para que apuesten por planteamientos integrales y menos polarización.