Hago un vehemente llamado al MEP y a la FOD, o a los tribunales de justicia para que sin dilación ni excusas lleguen a un acuerdo o resolución cautelar
Cuestioné la suspensión del contrato del Ministerio de Educación con la Fundación Omar Dengo por injustificable desde todo punto de vista. Hoy censuro además la forma abrupta en que se dio, sin un razonable proceso de transición, al menos terminar el año lectivo y contar con mecanismos paulatinos que protegieran el bien mayor: la educación tecnológica de los estudiantes.
Leyendo los argumentos de las partes del porqué no ha sido posible la devolución de los equipos, veo razones válidas de ambas, pero lo urgente es resolver divergencias, porque lo que verdaderamente está en juego es la pérdida o deterioro de equipos con un valor equivalente a ¢12.485 millones.
Me preocupa que las divergencias pasaran a los tribunales contenciosos, dada la mora judicial y los años que normalmente tarda en llegar a la sentencia con carácter de cosa juzgada material. Para dimensionar la gravedad, estamos hablando de años, que probablemente superan la vida de muchos de esos equipos. Valoremos la vida útil de una notebook, una computadora de escritorio o un servidor y sus accesorios. En momentos de rápidos avances de la tecnología y una cada vez más veloz obsolescencia, está claro que su vida es corta.
Sabemos que los equipos se encuentran en una bodega que contiene 60 contenedores, pero desconocemos si las condiciones de su almacenamiento cumplen con las condiciones para preservar su funcionamiento. Pienso, por ejemplo, en los requerimientos mínimos de temperatura y la protección contra el polvo.
Estamos ante una coyuntura en la que el IX Informe Estado de la Educaciónpide la declaración de una emergencia nacional, y recordemos que una enorme brecha de desigualdad se da en el área de la tecnología y la conectividad en zonas rurales y vulnerables.
Por todo lo anterior, hago un vehemente llamado al MEP y a la FOD, o a los tribunales de justicia para que sin dilación ni excusas lleguen a un acuerdo o resolución cautelar para que los equipos sean utilizados para su fin mayor: avanzar hacia la nueva alfabetización de toda la población que en el siglo XXI va mucho más allá de saber leer y escribir, y necesariamente incluye el aprendizaje tecnológico y el acceso a la conectividad.
La autora es politóloga,miembro del Advisory Board del Wilson Center en asuntos para América Latina.
Lo que verdaderamente está en juego es la pérdida o deterioro de equipos con un valor equivalente a ¢12.485 millones del Programa de Informática Educativa de la Fundación Omar Dengo y el MEP. (Melissa Fernandez Silva)
Licenciada en Derecho de la Universidad de Costa Rica y Máster en Artes Liberales en Harvard University. Co-fundadora y Vicepresidenta del grupo empresarial "Alvarez y Marín Corporación". Mujer Empresaria del Año 2011, Premio Alborada, Programa de Desarrollo Mujer Empresaria, Cámara de Comercio. Profesora, analista y conferencista.
En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.