
La imagen de Costa Rica como país “verde”, sustentada en una matriz eléctrica casi 100% renovable, enfrenta vulnerabilidades. Según la División Operación y Control del Sistema Eléctrico, la producción con fuentes renovables cayó al 89,4% en el 2024, lo que obligó al uso intensivo de combustibles fósiles. La dependencia de la hidroelectricidad, amenazada por la variabilidad climática, evidencia una debilidad estructural. Con miras a las elecciones del 2026 se debería impulsar un debate serio sobre energía y movilidad.
La red de represas ha sido la columna vertebral del sistema; a agosto pasado, representó el 74,18% de la energía generada. Sin embargo, en el 2024, el fenómeno El Niño redujo los caudales y provocó un aumento del 118,9% en la generación eléctrica a base de combustibles. El costo de los combustibles se transfiere a los consumidores, por lo que un riesgo climático se convierte en un costo tangible.
La energía geotérmica y solar son claves para aumentar la matriz eléctrica. En su estudio Potencial geotérmico 2022, el ICE estima que existen 614 MWe (megavatios eléctricos) de reservas aprovechables fuera de parques nacionales, pero la capacidad instalada del país para energía geotérmica es de apenas 262 MW (un 7,25% del sistema eléctrico nacional a agosto del 2025). La falta de impulso político ha frenado su expansión.
La energía solar, pese a la abundante radiación en el país, solo aportó el 0,2% de la generación en el 2024. La Ley N.° 10086 buscó promoverla, pero su implementación enfrenta obstáculos.
Por otra parte, el parque vehicular eléctrico creció un 1.797% en ocho años, pero se sostiene en incentivos fiscales que empiezan a reducirse. Mideplán advierte de que la red eléctrica nacional y la infraestructura de carga son limitaciones, por su lento desarrollo.
En cuanto al tren urbano, este divide opiniones. La propuesta del PAC buscaba una red integral para la GAM, mientras que la versión actual, más reducida y fiscalmente conservadora, podría ser insuficiente.
Costa Rica tiene metas correctas, pero carece de consistencia política. La próxima administración deberá asumir la diversificación de la matriz energética aprovechando el potencial geotérmico y solar, definir una visión para la movilidad sostenible urbana, restaurar la coherencia estratégica en infraestructura ferroviaria y consolidar la electromovilidad, acompañada de una planificación nacional que garantice resiliencia climática, la sostenibilidad financiera y una ejecución técnica coherente.