Hoy traigo una pregunta, a modo de abrebocas: ¿cómo hace para crecer una economía en la que la productividad está estancada? Fácil, me dirán muchos: si no se vuelve más eficiente, la única manera de que produzca más es metiéndole más inversión, trabajo o uso de recursos naturales. Si quiere más chocolate, use más cacao.
Es una pregunta de manual de primer curso de economía. Y la respuesta también. Entonces, ¿cuál es su interés para la vida real? Lo que la hace atractiva es, precisamente, eso de que es un abrebocas. Me permite formular una hipótesis para entender por qué veo cada vez más intentos privados y públicos por transgredir nuestros parques naturales y áreas de conservación. Sugiero que hay una lógica económica subyacente, aparte de eventuales actos de negligencia o corrupción.
Esta especulación la elaboro a partir de hechos reales. El cuento va así: nuestra economía está partida en dos. Una parte es moderna, conectada a mercados internacionales y con importantes mejoras de productividad. Paga mejores salarios y está fuertemente concentrada en el Valle Central. Allí se gana plata con innovación, nuevas tecnologías, mercadeo internacional y atracción de talento profesional y técnico. Si los empresarios no hacen eso, están fritos.
La otra parte está más atrasada y sin mejoras en la productividad. Genera poco empleo formal, usualmente de baja calificación, con muchas modalidades informales. La mayoría de su producción va para el mercado local y mucho de lo que exporta tiene bajo componente tecnológico. Esta economía predomina fuera del Valle Central, ahí donde están localizadas las áreas de conservación de la biodiversidad. Allí se gana plata identificando oportunidades para usar recursos “desperdiciados” –así ven muchos de los inversionistas a las zonas naturales–, sacándole lo más que se pueda a la producción extensiva e inmobiliaria. Si no hacen esto, la economía se estanca.
¿Cuál es el problema? Que la economía tica vibrante y moderna es apenas el 15% de la producción y del empleo; la vieja economía, el 85% restante y apenas se mueve. La falta de encadenamientos entre ambas ha creado un gran incentivo para que, en las regiones más empobrecidas, muchos vean las zonas protegidas como medio para generar riqueza y empleo, y para que, a corto plazo, gobiernos sin respuesta de política pública logren mejores cifras económicas: ¿para qué monos si no crecemos?
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Jorge Vargas Cullell es sociólogo.