Columnistas

La Tía Panchita

Enrique fue, sin saberlo, alumno de Carmen Lyra, no solo de la niña María Isabel Carvajal

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Cierta vez, hace muchos años, don Enrique llegó a mi casa, se sentó con parsimonia dejando el sombrero a un lado y empezó a escuchar la retahíla de mis tejemanejes legales. Era un hombre alto, nervudo, de rasgos pronunciados. Hablaba poco, escuchaba más, se mantenía muy erguido, como un alumno aplicado.








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