Columnistas

La ‘soleá’, sin duende, de la paz

Me seduce el flamenco, pero, por razones que no son pasionales, abrazo la voz suave y melodiosa de los calipsos de Ferguson. Y esas razones tienen que ver con que son expresiones de una tierra de paz

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La “soleá” es una música visceral propia del sur de España, una zona de tierras resecas alfombrada por olivares infinitos. Siempre me ha parecido que solo podía nacer en (y hacerse expresión de) una región torturada por una rica historia, antigua y violenta. Hija del sentir popular, de los perseguidos y ninguneados, es tan lejana al depurado y preciso vals vienés como lo puede estar la Luna de la Tierra. Y no lo digo solo en términos musicales, sino en orígenes sociales: uno, nacido en los salones de la “buena sociedad”; el otro, en cuchitriles de mala muerte. En eso, la verdad, se asemeja a otros ritmos populares de expresión fuerte como el tango del arrabal del Río de la Plata.








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