
Existe una clara correlación entre productividad, innovación, crecimiento y equidad y competencia. Por medio de una vigorosa rivalidad entre los diferentes actores, un país crece económicamente y ataca el desempleo, la informalidad, la desigualdad y la pobreza.
Cuando es poca la oferta, los precios y la calidad resultan afectados. Los mercados cautivos no exigen eficiencia. Países donde la libre competencia dejó de existir distorsionaron el mercado y la gente debe conformarse con lo que el Estado permita ser vendido en su territorio.
La tragedia económica y social que sufren naciones latinoamericanas y del Caribe debe servirnos de ejemplo acerca del costo de la destrucción del sector productivo privado.
Con la suscripción de 16 tratados comerciales, la apertura de algunos monopolios y la proscripción de practicas oligopólicas, ha mejorado nuestra competitividad en los últimos 40 años.
Nuevos instrumentos tecnológicos y la cooperación internacional han facilitado introducir mecanismos eficientes para la supervisión de la apertura de la competencia. Los tratados comerciales redujeron las barreras de importación y ampliaron nuestro pequeño mercado interno.
El Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana tuvo un enorme impacto en la liberalización de los seguros y las telecomunicaciones y la cuarta revolución industrial transformó el sector del transporte.
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Cambios radicales
Fue merced a la apertura del monopolio de la telefonía en el 2009 que operó un cambio radical en el mercado, en precios, servicios, calidad e innovación. Hoy hay unos 7 millones de líneas celulares y los consumidores tienen opciones para escoger la operadora y el modelo de dispositivo según precio o funciones: para tomar fotografías, grabar videos, enviar mensajes de voz, chatear en línea.
En tan solo nueve años, los competidores pelean por tarifas atractivas y servicios de mejor calidad. Atrás quedaron las filas interminables en el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) para obtener una línea telefónica, y el mercado creció de 1,9 millones a 7,5 millones en el 2021, bajo la supervisión de la Superintendencia de Telecomunicaciones (Sutel).
De acuerdo con las estadísticas, en Costa Rica, hay 1,6 celulares por habitante y prácticamente el 100 % de cobertura del mercado. La Sutel fija los precios máximos, pero deja a las empresas en una lucha por tarifas más bajas.
Hace escasos 10 años era prohibitivo hacer una llamada internacional. La revolución tecnológica y la competencia nos han permitido contar con una excelente capacidad en transferencia de datos.
Desde la apertura, los precios se mantienen a la baja, entre 5 y 10 veces, dependiendo del mercado. Las telecomunicaciones son un mercado abierto, donde se pelea por servicios de calidad, y el ICE ha tenido que reinventarse y mejorar su productividad, de lo contrario, se habría quedado atrás y desaparecido.
Los opuestos a la apertura del monopolio jamás imaginaron la revolución que se avecinaba. Desgraciadamente, todavía quedan adversarios de la apertura de la tecnología 5G, que es prioridad para que Costa Rica atraiga más inversión y empleo. La revolución tecnológica es uno de los pilares para competir.
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De donde escoger
La historia se repite tras la apertura de los seguros, hace 12 años. La venta de estos productos crece a un ritmo que triplica el crecimiento de la producción nacional, según datos publicados por la Superintendencia General de Seguros (Sugese).
Las pólizas de vida y salud han tenido más crecimiento. El mercado nacional cuenta con 13 aseguradoras, 29 corredoras de seguros, 28 agencias y por lo menos 700 diferentes tipos de pólizas.
La supervisión basada en regulaciones de la Asociación Internacional de Supervisores de Seguros incorporó una serie de estándares para proteger al consumidor y ordenar el mercado.
Mayor competencia bajo controles internacionales ha significado precios competitivos y servicios de mejor calidad. El éxito se refleja no obstante la ventaja competitiva del Instituto Nacional de Seguros (INS), cuyo cliente más importante es el Estado.
Aun así, el INS tuvo que hacer cambios en estructura, servicios, costos y profesionalismo. A consecuencia de la rivalidad, los consumidores tienen la posibilidad de efectuar un análisis de precios, coberturas y otras variables inexistentes cuando solo había un actor.
Los seguros son más flexibles y el cliente puede escoger. Ninguna empresa está facultada para vender por debajo del costo, porque la Coprocom se encarga de multarla; con eso, se procura que el mercado y los consumidores estén más protegidos de prácticas desleales.
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En lista de pendientes
No cabe duda de que los cambios de los últimos 13 años han sido muy beneficiosos para los costarricenses. Falta por abrir la competencia en el mercado del arroz, que afecta a las familias más vulnerables.
Igualmente, deben analizarse con mucho cuidado los acuerdos de precios que llevan a cabo los colegios profesionales, porque no fomentan la competencia, y los privilegios otorgados a grupos como taxistas y autobuseros.
Los tratados internacionales que les permiten a las navieras acordar tarifas también deben ser objeto de estudio, junto con el costo operativo de Recope y las compras de combustibles.
Es necesario fortalecer la independencia administrativa de la Aresep, la Sutel y la Coprocom. Es prioritario incorporar otra serie de sectores, tanto públicos como privados, cuyas actividades fueron excluidas de la Ley 7472, debido a que existen normativas especiales que las protegen.
Las excepciones van contra la competencia y, por consiguiente, perjudican a los consumidores, que son, al fin y al cabo, los que pagan altos precios por productos de poca calidad.
Si queremos mejorar la productividad y crear empleo, el país debe fomentar la competencia, con los debidos mecanismos de salvaguardia y supervisión para evitar las malas prácticas.
El autor es ingeniero.