La forma de pensar y operar que tiene el Ejecutivo es muy particular. Su extensión más representativa en la Asamblea Legislativa, su jefa de fracción, nos salió con la joya de que un impuesto plano a las empresas las estimulará a crecer y ser más eficientes.
Leí cuidadosamente los criterios emitidos por connotados economistas y administradores, tanto del ámbito público como privado, y sus conclusiones son completamente opuestas a las de la vocera del gobierno en el Congreso. Me sentí aliviado porque no fue que entendí mal, pero sí me preocupé porque entendí bien.
Casi como una broma, el Ministerio de Salud anunció el 18 de mayo que la leche de fórmula queda fuera de la canasta básica tributaria, por lo que pasará a pagar un 13 % del impuesto sobre el valor agregado (IVA) en lugar del 1 %.
Según el Ministerio, la leche de fórmula no cumple con la calidad nutricional requerida por los infantes en período de lactancia y que va en contra de las políticas de este gobierno para el impulso del amamantamiento. Una política muy coherente con la del “estímulo” que quiere dar a las mipymes; así, no es de extrañar tan particular forma de incentivar a las madres a que produzcan más leche materna. O no conocen, o quizás olvidan algunas cosas.
Algunas personas dirán que conocen a muchas mujeres que se ordeñan y dejan la leche en recipientes especiales para que les den a los bebés durante el día, pero esto es parcialmente cierto. Para cumplirse, debe existir el estímulo del bebé varias veces al día; asimismo, debe darse la extracción de la totalidad de la leche cada vez que los senos se llenan.
Para que esto último ocurra de la mejor manera, se requieren ambientes calmos para que, por medio de un masaje adecuado, se libere la oxitocina y se dé la eyección de la leche.
Esfuerzos adicionales para las madres
La Organización Mundial de la Salud recomienda la lactancia materna durante los primeros seis meses del bebé. La licencia de maternidad es de tres meses. Esto quiere decir que las madres deben regresar al trabajo cuando aún sus hijos se alimentan de leche materna exclusivamente.
Eso implica, por lo menos, tres meses de esfuerzos adicionales de las madres para cumplir con ese cometido. O les llevan el bebé al trabajo para amamantarlo o se extraen ellas la leche y la dejan en la refrigeradora para que le sea ofrecida al bebé durante el día siguiente, mientras ellas laboran.
Como vemos, las madres que mueven a Costa Rica y tienen jornadas dobles y hasta triples de trabajo, del cual buena parte no es remunerado —y muchas veces no valorado— deberán producir la mayor cantidad de leche materna posible, darle al bebé la que puedan durante las horas en que estén con él, extraérsela en el trabajo, transportarla en una hielera hasta la casa, llegar a velar por su familia y amamantar cuantas veces sea posible para mantener el estímulo de la prolactina.
Alguien dirá que hay medicamentos para estimular o inducir la lactación (galactogogos) y que con una receta médica se puede acceder a ellos. Cierto. Pero ¿pueden acceder a ellos todas las mujeres trabajadoras? ¡No! El reconocimiento del Estado es que las madres de las futuras generaciones de hombres y mujeres de esta tierra hagan más y más esfuerzo.
Además, las están obligando a que, por ninguna razón, dejen de producir leche en cantidad suficiente para la lactancia exclusiva hasta los seis meses, sin tomar en cuenta que existen condiciones médicas y no médicas que lo impiden. Hacerlo es la condena por ir en contra de las políticas de la lactancia materna de este gobierno; así, deviene el castigo: un 12 % más de impuestos por la leche de fórmula. Eso les pasa por ser lactantes ineficientes.
Jornadas extenuantes
El cuadro anterior se puede dar —y se da— en las jornadas actuales de ocho horas. Para esta mujer es posible que su triple jornada le represente 12 o 14 horas. Imaginemos lo que ocurrirá si pasa el proyecto de ley 21182, conocido como 4-3, y esta mujer labora en alguna de las empresas incluidas en la lista de las que pueden aplicar la nueva jornada.
¿Cómo será la rutina de la madre que, quizás, extenderá su horario laboral a 16 o 18 horas al día? ¿Muy exagerado, yo? Pregunten a las mujeres. ¿O es que los niños y los adultos mayores con quienes conviven y por quienes velan no requieren de ningún cuidado durante sus días de trabajo en jornada extendida?
Perdón, cierto, la mujer decidirá si acepta esa jornada. Qué tontico, porque ahí está la respuesta: ellas elegirán. Nadie tomará medidas represivas contra ellas por no adaptarse al tan ansiado esquema 4-3. Parece que me preocupo demasiado por algo poco importante.
Somos un pueblo extraño. Nos preocupa que la tasa de fecundidad de Costa Rica sea de 1,3 hijos por mujer, la más baja de Latinoamérica. Nos rasgamos las vestiduras porque no hay equidad en el salario entre hombres y mujeres, porque ellos ganan más que ellas a pesar de hacer el mismo trabajo. Nos devanamos los sesos tratando de encontrar la forma más justa para brindar a las mujeres acceso a trabajos de calidad; ¡qué demonios!, al trabajo de la calidad que sea, pero que sea trabajo remunerado.
Pero no, nuestras mujeres, a pesar de tener mejores calificaciones que los hombres —en promedio—, tienen menos oportunidades de ocupar puestos de trabajo de alto rango, jefaturas o cargos de decisión. Encima, les pedimos que sean buenas madres, ejemplares, abnegadas y, claro, ¡que produzcan mucha leche materna! Ah, y buenas parejas, hijas, hermanas, amigas, etc.
El Poder Ejecutivo pone a la madre en una esquina muy incómoda. Una vez más la está victimizando, y esta vez por ser madre trabajadora que, en las condiciones que le impone, seguramente, no le quedará más que complementar la alimentación del bebé con leche de fórmula más cara. Tras cuernos, palos. Así les agradece.
El autor es profesor de Epidemiología en la UNA desde hace 20 años. Ha publicado unos 140 artículos científicos en revistas especializadas.
