Mis artículos tratan usualmente de temas políticos y derechos humanos. Tal vez por eso usted se preguntará por qué escribo hoy sobre fútbol.
Desde niña soy aficionada a dicho deporte. Mi mamá y especialmente mi abuelo me llevaban a jugar a las canchas, e incluso teníamos siempre un bola en el carro por si nos topábamos con una plaza.
Fue así como desde los cuatro años aprendí a disfrutarlo viendo partidos y apoyando a mi equipo, y como delantera en la selección de mi escuela y, posteriormente, en el colegio.
Más allá del cariño que le tengo, reconozco un serio problema, que se llama desigualdad con respecto al fútbol masculino. Las mujeres afrontamos una gran cantidad de retos en el deporte en general, pero me enfocaré en el más popular.
Primero, le hago esta pregunta: ¿Sabía usted que la Copa Mundial Femenina de la FIFA de Australia y Nueva Zelanda 2023 ya comenzó? Se la formulé a personas de mi entorno, y me contestaron que no sabían.
Cuando la Selección masculina se clasificó al Mundial, hubo festejos en la fuente de la Hispanidad, coberturas especiales en canales de televisión, e incluso el gobierno concedió asueto para que los empleados públicos vieran el partido del repechaje.
En cambio, ¿qué pasó cuando se clasificó la Selección femenina? No hubo asuetos ni festejos ni coberturas especiales. Nada. Noté que la información se dio como cualquier otro acontecimiento. No se le dio la importancia merecida.
¿Qué nos dice de la afición costarricense? No deberíamos caer en el fenómeno de la doble moral. Así como apoyamos a la Selección en Catar 2022, debemos apoyarla en Australia y Nueva Zelanda con la misma pasión por la camiseta. Al fin, un equipo de guerreras irá a representarnos y dejarnos en alto. Debemos darles nuestro respaldo.
Mitos en torno al fútbol femenino
Otro reto que enfrenta nuestro fútbol femenino son los mitos promovidos desde la niñez. Recuerdo que de niña, cuando jugaba con mis compañeros masculinos en el recreo, personas me decían “no sea marimacha”. La palabra la hemos escuchado mil y una veces las chicas que optamos por jugar fútbol.
Su connotación negativa se refiere a actuar de forma tradicionalmente masculina o como un macho. Aparte de sexista, machista y reforzar estereotipos, la frase causa un efecto nocivo para la percepción del fútbol en las mujeres, pues reafirma creencias que tienen origen en el ultraconservadurismo que se mantiene con fuerza en nuestro país.
Otro mito relacionado con la mujer y el fútbol es que solo las lesbianas son futbolistas. Primeramente, la orientación sexual no debería ser motivo para el insulto y la burla. Segundo, puede que lesbianas jueguen fútbol o mujeres heterosexuales o bisexuales o de cualquier otro tipo de orientación sexual. ¿En qué influye en el deporte? Es un asunto muy personal, y ser o no ser de una en específico no convierte a una mujer en más o menos “femenina”.
Otro mito: las mujeres no sabemos jugar fútbol o los hombres son mejores. Falso. Como en todo en la vida, hay seres humanos con más habilidades en una práctica o disciplina que otros. Digo seres humanos porque ser “mejor” no es cuestión de sexo o de orientaciones sexuales.
Muchos hombres son mejores que ciertas mujeres, pero también muchas mujeres son mejores que ciertos hombres. Es hora de recibir el respeto que merecemos, y que no juguemos presionadas por demostrar nada. ¡Nosotras también jugamos! Por supuesto, tenemos talento.
Los mitos lo único que consiguen es agravar la situación y desmotivar a las chicas que juegan fútbol. Incluso, se pueden traducir en problemas de mayor escala. ¿Ha visto usted la misma cantidad de publicidad y promoción del fútbol femenino que la del masculino? ¿Sabe usted cómo se llama el campeonato nacional, cuándo empieza y qué equipos participan en él?
No se le da la misma cobertura, y en consecuencia, las futbolistas no reciben el mismo salario o compensaciones similares que los hombres, aunque deberían.
Hasta ahora se les está habilitando para jugar en estadios de la misma calidad, y hasta ahora los países están aprobando leyes para cerrar esta brecha salarial. Países como Noruega, Estados Unidos, Inglaterra y Brasil lo han hecho, ¡hagámoslo nosotros también! Es necesario y urgente, pues más allá de ser un problema del fútbol femenino costarricense, es un problema del fútbol femenino mundial y del fútbol en general.
Méritos de las mujeres son invisibilizados
Padecemos, además, un serio mal en relación con el grado de importancia que, dados los retos mencionados, se le da al fútbol femenino. Por ejemplo, en la Liga Deportiva Alajuelense, el equipo masculino atraviesa dificultades para ganar títulos en los últimos años. Por el otro lado, las mujeres son pentacampeonas. ¿De cuáles se habla más?
Otro ejemplo, el arquero Keylor Navas ganó la Liga de Campeones, un éxito admirable. La ahora excapitana Shirley Cruz también ganó la Liga de Campeones, una proeza admirable. ¿Quién origina más comentarios? Ambos son méritos igualmente significativos, pero no podemos negar que se le otorga más crédito a uno que a la otra.
Es hora de acabar con la desigualdad. El fútbol femenino es igual de importante y merece el mismo reconocimiento, apoyo, financiamiento e impulso.
Los directivos del deporte nacional deben abrir espacios a las mujeres y la ciudadanía debe trabajar en conjunto en pro del progreso en este campo.
Durante el primer partido contra España, en el segundo contra Japón y en el tercero contra Zambia, alentemos a la Selección femenina, ¡hasta el último minuto! Porque nosotras también jugamos.
La autora es activista cívica de 17 años.
