Columnistas

Hablemos de nada, hablemos en sentido figurado

Cuando una figura pública dice algo absolutamente fuera de lugar, como el diputado que habló de desterrar opositores, no puede escudarse en el sentido figurado. Dijo (y leyó) lo que dijo. Punto

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Lo bueno de hablar en sentido figurado es lo útil que es para nuestras conversaciones diarias. Lo usamos para comunicar mejor una idea y la gente sabe que lo dicho no puede entenderse en sentido literal. Por ejemplo: “llueven sapos y culebras”; “fulano se bebió hasta el agua del florero” o “el puerto era un horno”. Por supuesto que casi nadie habrá visto llover sapos y culebras. (Digo casi, porque pudiera ser que alguna vez un tornado pasó por un manglar y se llevó a esos animales a otro sitio, donde alguien, con asombro, los habrá visto caer del cielo). Y, sabemos que el puerto es una ciudad y no un horno, pero entendimos que la temperatura era muy alta.








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